Así había ocurrido durante toda la subasta. Un automóvil usado, valorado entre $ 18.000 y $ 22.000, fue vendido por $ 79.500. Un juego de vasos verdes, tasado en $ 500, se vendió por $38.000. Un collar estimado entre $500 y $700, fue vendido por $211.500. Durante cuatro días consecutivos, muchos artículos de valor común y ordinario fueron vendidos por precios exagerados. ¿Por qué? Porque los artículos subastados pertenecían a la herencia de Jacqueline Kennedy Onassis.
Así como en la venta de la herencia Kennedy, algunas cosas adquieren valor según la persona que las poseía. Pablo escribió a los Corintios: Porque habéis sido comprados por precio. 1 Corintios 6:20
Pedro escribió: Sabiendo que fuisteis rescatados… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo. 1 Pedro 1:18-19
Pedro y Pablo se referían al precio por nuestros pecados, pagado por Jesús al morir en la cruz.
Podemos exagerar, aumentando, el valor de una persona debido a su estado financiero, a su influencia o a su potencial para beneficiarnos. Pudiéramos también menospreciar a alguien por poseer pocos bienes o porque en nada puede ayudarnos. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8). Cuando no poseíamos valor alguno y nos oponíamos a Dios, Él pagó el precio para redimir nuestras vidas.
Cada individuo sobre la faz de la tierra es alguien por quien murió Jesús. Debido al inmenso precio de la redención, cada ser humano, aparte de su valor financiero, tiene una gran importancia.
Cada vez que te sientas deprimido y creas que no vales nada, medita en lo siguiente: “Dios es quien determina tu valor. Te amó y valoró tanto, que envió a Su Hijo a morir, para que puedieras convertirte en uno de sus hijos. ¡Nunca pongas en duda lo valioso e importante que eres!”.
Y vosotros sois de Cristo, y Cristo de vosotros. 1 Corintios 3:23
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