domingo, 28 de abril de 2013

Respira profundo y toca para Él - Ánimo en mensaje


“Mas yo en ti confié, oh Jehová:
Yo dije: Dios mío eres tú”. (Salmos 31:14)

Leía una interesante anécdota acerca de Vladimir Horowitz, músico ucraniano nacido en 1903 y fallecido en 1989, distinguido por ser uno de los pianistas más prodigiosos de cualquier época.
Resulta, que a los 20 años de edad y momentos antes de su debut en un prestigioso teatro, le sobrevino un repentino ataque de pánico, y se negó a salir al escenario y tocar. Entonces, el gerente del local, después de haber sido informado del angustioso estado emocional del pianista, le dijo, sabiamente, que si no iba a tocar, por lo menos debería salir y dar alguna excusa al público presente.

Cuenta la anécdota, que Horowitz salió a escena, se colocó frente al público, pero al darse cuenta que por el pánico tampoco podía articular palabra, respiró profundo, y prefirió tocar el piano.

Según las críticas, fue uno de los mejores conciertos que dio en su vida.

Amigo y amiga, ¿te ocurre esto en tu vida cristiana?, ¿sientes que estando bien, de pronto, un “pánico escénico” ha empezado a paralizar tu amor hacia el Señor?, ¿temes congregarte?, ¿temes compartir Su Palabra con otros?, ¿temes dar testimonio público de lo que Él ha hecho en tu vida?, ¿temes que los demás se burlen de tu decisión de seguirle?, ¿temes seguir confiando y declarando que Él llevará a alguno de los tuyos a sus pies?…

Pues reacciona, respira profundo, confía en Dios; regresa sobre tus pasos; abre el telón de tu obediencia, y en lugar de presentarte a dar justificaciones y excusas del por qué esto o lo otro,   “toca el piano” para Él. Verás cómo será el mejor “concierto” que hayas dado en tu vida.

“Por la mañana hazme saber de tu amor,
porque en ti he puesto mi confianza.
Hazme saber cuál debe ser mi conducta,
porque a ti dirijo mis anhelos.
  Líbrame, Señor, de mis enemigos,
porque en ti busco refugio.
 Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
¡Que tu buen espíritu me lleve
por un camino recto!” ( Salmos 143: 8,9,10).

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