“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 11:1 (Reina-Valera)
No por nada la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. A la mayoría de los creyentes, nos agradaría más que la fe fuera la certeza de lo que se ve y la convicción de lo que ya se tiene. No obstante, el primer aserto es el diseño de la fe; y por medio de la fe es como el creyente agrada a Dios, ya que la fe es la confianza en Él.
Si un creyente quiere vivir una vida de reino y plenitud, tendrá que tener fe. Tendrá que descansar en todo tiempo en Dios y Sus promesas, esperando con expectativa lo que por fe le pertenece.
Sin fe, Noé habría sido sepultado en las aguas del diluvio, con fe, construyó un barco que mantuvo a salvo la semilla de la humanidad. Sin fe, David habría sido pastor de ovejas toda su vida, con fe, él se convirtió en matagigantes y rey de Israel. Sin fe, Pedro se hubiera quedado seguro en la barca, con fe, avanzó sobre las aguas. Sin fe, doce hombres hubieran tenido una vida a medio vivir, con fe, ellos se convirtieron en apóstoles del Maestro. Sin fe, una mujer se hubiera resignado a vivir impura y amargada toda su vida, con fe, Jesús detuvo su flujo de sangre y la purificó. Sin fe, cinco mil hombres y sus familias se habrían ido a sus casas cansados y hambrientos, con fe, ellos fueron saciados en lo físico y espiritual.
Ocasionalmente, la vida en la fe no será fácil, pero sólo así se obtendrán los mejores frutos. Y conforme se va madurando en la fe, la complejidad de las pruebas de fe se incrementará; no obstante, Dios, quien sustenta, sigue siendo el mismo. Él no miente, y Sus palabras merecen ser honradas. En los momentos difíciles, cuando parezca que Dios ha olvidado lo que prometió, cuando lo que miren tus ojos no se parezca en nada a lo que Dios dijo, ahí usa tu fe. Y así agradarás a Dios.
Si tu fe ha sido mermada por recibir golpes inesperados o porque la espera se ha alargado, hoy te invito a que de nuevo creas en Aquel que jamás te ha dejado mal, en el Único que siempre ha llegado a tiempo a tu vida: Jesús.
Cuando nada puedas ver y te sea difícil creer, sólo avanza y tu fe se afirmará.
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