El conocimiento de Dios no se adquiere totalmente y de una sola vez, sino por etapas, y a nosotros nos toca perseverar en Él e ir aprendiendo poco a poco. Aunque nuestro progreso sea lento, no hemos de desmayar, porque pronto sabremos más. El Señor, que es nuestro Maestro, no nos abandonará aun cuando seamos lentos en aprender; en verdad, no sería muy honroso para Él que la ignorancia humana fuera un impedimento para llegar a su conocimiento.
El Señor se complace en hacer sabios a los sencillos. Nuestro deber consiste en seguir la buena dirección y proseguir en el conocimiento, no de esta o de la otra doctrina, sino del mismo Dios. Conocer sólo al verdadero Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es vida eterna. Esta debe ser nuestra mejor instrucción y a ella debemos atenernos para salir sabiamente enseñados.
El Espíritu Santo te guiará en el camino de la verdad. ¿No es éste su glorioso ministerio? Cuenta con su poder, que Él lo ejecutará. Hoy quiero conocerle más a él.
Señor, quiero cada día conocerte y seguirte con todo mi ser. Amén.
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