“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios.
Efesios 2:8 (Reina- Valera 1960).
Con el paso de los años, el creyente puede olvidar una de las facetas más significativas de Jesús, la de Salvador. Aquél, que decidió recibir el castigo de nuestros pecados y darnos así una nueva oportunidad. Algunos creyentes, con el paso de los años y después de recibir promesas de parte de DIOS, se vuelven autosuficientes. Después de recibir la anhelada restauración y crecer en santidad, comienzan a realizar todas sus obras por y para sí mismos, y al hacerlo, el peso les consume.
Jesús siempre será para los suyos el Salvador. Su medida de gracia no cambia con el paso del tiempo. Su amor es inagotable. No obstante, los golpes de la vida por seguir el camino de la fe, pueden ocasionar confusión en el corazón del creyente, acerca de la buena voluntad de Dios para él. Pero es en ese momento cuando debe recordar la Cruz y la manera en que Jesús le salvó. ¿Cómo dudar de Su amor si Él le ha dado todo?
No importa qué etapa de tu cristianismo estés viviendo; siempre debes recordar que Jesús es tu Salvador. Aquél que te ayuda cuando solo no puedes lograrlo, quien te da lo que no mereces cuando más lo necesitas. Aquél que siempre tiene la mejor solución para tus problemas. Aquél que no miente y se mantiene fiel a Sus promesas, Jesús.
Si últimamente la vida te ha resultado pesada al tratar de salvarte a ti mismo, vuélvete de todo corazón a Jesús, tu Salvador.
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