El año pasado conversaba con una amiga sobre su novio. Él es profesor de inglés y trabajaba en la capital de mi país, mientras ella lo hacía en un Colegio en otra región del mismo país. Comentábamos lo ideal que sería que él encontrara un trabajo en la zona, para que pudieran estar juntos y comenzar a planear sus vidas.
Durante la conversación, comenzamos a remover nuestros contactos para ver si existía la posibilidad de que así fuese, pero no ocurría nada; parecía que el “sueño” no se iba a cumplir.
Ahora, un año y algo más tarde, tras la licenciatura médica de una de las profesoras del colegio donde trabaja mi amiga, su novio está dentro de la sala de clases reemplazando a dicha docente, dado que además está embarazada. Los períodos pre y post natal los cubrirá él. En cuanto supe esto, no pude dejar de pensar en el título de este escrito; Dios siempre va abriendo puertas que nadie puede cerrar.
Si examinas tu vida con detención, seguro que en más de una oportunidad has visto cómo Dios ha abierto puertas delante de ti; puede que no hayan sido en el momento en que tú lo habías pedido, o puede que sí, pero que te las ha abierto, seguro que lo ha hecho. Y si aún esperas que abra otras, también sucederá. Dios nunca se cansa de abrirte puertas, Él nunca se agota de darte oportunidades y nuevos desafíos para que sigas adelante. Donde quiera que vayas, sea lo que sea que tengas que hacer, Él te va abriendo paso, te va abriendo el camino.
Impresiona lo real que esto ha sido en la vida de muchas personas, incluyéndome a mí. Estoy segura que nadie podría decir que nunca tuvo una oportunidad o que nunca ha estado ante una puerta abierta. Pensemos que la posibilidad de experimentar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, ya fue una inmensa puerta que se abrió ante nosotros, pero lo más extraordinario de todo, es que Dios, con toda su cualidad de detallismo y dedicación, se encargó de que tú y yo encontráramos exactamente lo que necesitábamos al otro lado de la puerta. Si Él ya lo hizo una vez, ¿no crees tú que podría hacerlo una vez más?
Dios también tiene puertas abiertas para ti, para acceder a Él, para conversar con Él. Es cierto, Él sabe exactamente qué puertas necesitas que sean abiertas, pero también necesita saber cuánto deseas tú que sean abiertas. Conversa con Él y sé específico, dile las puertas que hoy ves cerradas y que necesitas, con urgencia, que sean abiertas de par en par para ti. Tal vez se ha retardado en abrir esa puerta, pero eso no significa que nunca se vaya a abrir ni que se olvide de ella .Tampoco permitas que la puerta de tu corazón se cierre tras la desesperación de la espera, ni cambies de puerta por no poder esperar.
Con respecto a las puertas que se abrirán, Dios nos dice lo siguiente:
“Aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia, porque sin lugar a dudas sucederá. No se tardará.”
Habacuc 2:3b (NTV)
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