lunes, 4 de marzo de 2013

La Liebre y El Tigre - Reflexión - vídeo

 
  
Qué gran decepción tenía el joven de esta historia; su amargura era absoluta por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas. Al parecer, ya a ninguno le importaba nada de nadie.

Un día, dando un paseo por el monte, vio sorprendido, que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto ver este hecho, que regresó al siguiente día para verificar si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa, pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y todo era igual, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.

Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo: "no todo está perdido. Si los animales, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas".

Y decidió vivir por sí mismo la experiencia: Se tiró al suelo simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Estuvo así ese día y otro, y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio, cuando sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo y la tristeza del abandono; su corazón estaba devastado, hasta el punto de no sentir deseos de levantarse. Entonces, allí, en ese instante, lo oyó... ¡Con qué claridad, qué hermoso!, una hermosa voz, muy dentro de él le dijo:
  "Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad para ver a tus semejantes como hermanos, deja de hacer de tigre y simplemente sé la liebre". 

Habitualmente estamos acostumbrados a hacer sólo lo que nos gusta, y como la solidaridad exige sacrificio, lo normal es que lo dejemos para otro momento que difícilmente llegará.
Pensemos si estamos dispuestos a hacer el bien, no importando en qué estado de ánimo estemos ni las ganas que tengamos. Siempre hay dos posibilidades: hacer las cosas por y para nosotros o por y para los demás.

Si obramos por amor, buscaremos siempre agradar a Dios y a los demás. El gran peligro de la vida es vivir para nosotros olvidándonos que hemos de vivir por amor.

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