Realmente fascinante este episodio porque, a pesar de todo, podemos ver a un Pedro caminando sobre las aguas. Independientemente del desenlace, hay una verdad, y es que: Pedro caminó sobre las aguas.
Al igual que Pedro, en algún momento de nuestra vida, nosotros hemos caminado en nuestras propias aguas. Son esos milagros que hemos experimentado por medio de nuestro Dios, cuando nos hemos llenado de fe para creer que será como el Señor nos lo dijo.
Muy hermosa la referencia que hace Pedro al decir: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”. Para Pedro era importante el mandato del Señor, ya que de ello dependía su resultado. Al recibir la aprobación de Jesús, se armó de fe y valor para intentarlo, y su fe y valor le llevaron a experimentar un milagro maravilloso. Sin importar cuantos pasos dio o cuantos segundos permaneció sobre el agua, Pedro fue testigo en primera persona de un milagro que sobrepasa lo natural.
Nosotros también podemos ser testigos de esos milagros sorprendentes de Dios, basta con creer firmemente la palabra que Él nos dice. Imitemos en ese sentido a Pedro, quien no se atrevió a caminar en esas aguas hasta recibir la orden del Señor y, al recibirla, pudo experimentar algo sobrenatural.
¿Queremos caminar sobre las aguas de la vida sin hundirnos? Entonces no nos movamos hasta escuchar la voz de Dios y, habiéndola escuchado, no nos detengamos aunque el viento sople en nuestra contra, pues si Dios es quien te dio ese mandato, entonces tienes que estar seguro de que a pesar de la fuerza del viento no te pasará nada.
Es hora de comenzar a caminar sobre las aguas, es hora de comenzar a creer firmemente en la Palabra de Dios, ya no es tiempo de estar dudando, Dios es Poderoso para hacer cualquier clase de milagro en tu vida, para Él no existe lo imposible.
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