Hay, por lo menos, tres
cosas vitales en la vida del cristiano: leer la Palabra de Dios, Congregarse y
Orar. Todo aquel que quiera mantener una vida en comunión real con Dios debe
preocuparse por cumplir estas tres cosas, ya que de ellas depende su bienestar
espiritual.
El capítulo 26
de Mateo, en su versículo 41, dice:
“Velad y
orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está
dispuesto, pero la carne es débil”.
Orar es hablar con Dios,
es confesarnos a Él. Confesarle todo. Lo importante, entonces, será la sinceridad de nuestras
palabras y la disposición de nuestro corazón.
La pregunta
ahora es: ¿CÓMO ESTÁ NUESTRA VIDA
DE ORACIÓN?
Muchos se excusan en decir que no oran porque Dios ya sabe
cuales son sus necesidades; si bien es cierto que Dios es Omnisciente, es decir
que lo sabe TODO, eso no quiere decir que no tengamos que
orar, porque si así fuera, ¿por qué oraba entonces Jesús?
Jesús es un ejemplo vivo
de una vida de oración; siempre apartaba un tiempo para orar, es más, motivaba
a sus discípulos a que oraran para que no
cayeran en tentación, primer motivo por el que debemos orar. Motivo para
hacernos recapacitar sobre la importancia que esto tiene en la vida espiritual.
Por otra parte, no podemos
llamarnos cristianos cuando realmente no estamos buscando parecernos a Jesús,
y eso implica parecerse a Él en la vida de oración que mantenía. La voluntad de
nuestro Padre es que le busquemos (otro
motivo de la oración), porque hay promesas maravillosas para aquellos que le
buscan.
Además, puede que nos hayamos sentido débiles ante la
tentación, quizá nos hemos sentido sin fuerzas o muy cargados por las cosas de
la vida. Lastimosamente, la mayoría de nosotros cuando nos sentimos débiles,
cansados o turbados, dejamos de orar, dejamos de tener la comunión necesaria con nuestro Padre para podernos fortalecer (3º
motivo para orar), error que el enemigo aprovecha para querer terminar de hundirnos.
Es momento de comenzar a cultivar una vida diaria de oración. La oración es fuente de victoria, porque a través de ella podemos fortalecer nuestra relación personal con nuestro Señor y con ello hacernos más fuertes para poder resistir las acechanzas del enemigo.
Es momento de comenzar a cultivar una vida diaria de oración. La oración es fuente de victoria, porque a través de ella podemos fortalecer nuestra relación personal con nuestro Señor y con ello hacernos más fuertes para poder resistir las acechanzas del enemigo.
Tengamos el hábito
diario de la oración. Dios estará muy feliz de hablar con nosotros.
Resumiendo. La necesidad
de la oración:
1- Para no caer en tentación.
2- Para buscar a Dios, condición necesaria para llamarnos
cristianos.
3- Para tener la comunión, relación o afinidad necesarias con
el Señor.
Y, partiendo de esto
último, no olvidemos que la meditación o reflexión de la Palabra de Dios significa
escucharle. Es oír su Palabra. Es cuando llegamos al tiempo devocional con Él.
Es entablar un diálogo con el Señor.
Y ahora, hagamos esta oración:
Padre, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Danos cada día el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestros pecados,
como también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
Y no permitas que nos apartemos de ti.
Venga tu reino.
Danos cada día el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestros pecados,
como también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
Y no permitas que nos apartemos de ti.
M.G.L.
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