Cuando acabó la guerra, este país estaba destrozado. Llegó, entonces, un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre a un pueblecito. Era muy alto y delgado.
Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:
-Señora, ¿No tiene un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?
La mujer le miró de arriba a bajo y respondió:
-Pero, ¿estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!
Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.
¡Pobre soldado! Probó fortuna en una y otra casa haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.
El soldado, casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:
-¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
Las muchachas se mofaron de él diciendo:
Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.
-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron.
Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encendieron el fuego, pusieron la olla, la llenaron de agua, lavaron muy bien las piedras y las echaron hasta que el agua comenzó a hervir.
-”¿Podemos probar la sopa?” preguntaron impacientes los chiquillos.
-¡Calma, calma!.
El soldado la probó y dijo:
-En mi casa tengo sal, dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.
Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:
-Mm… ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.
Y un niño, que se llamaba Luis, fue a su casa a buscar unos tomates y los trajo enseguida.
En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
-Mm… es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga! ¡Id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!
Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que, avergonzados, reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.
Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento, aprendieron a compartir lo que tenían.
Jesús dijo:
“Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
“Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Así como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
“Amaos unos a otros con amor fraternal” Romanos 12:10
“Amaos unos a otros con amor fraternal” Romanos 12:10
No hay comentarios:
Publicar un comentario