sábado, 5 de enero de 2013

Hoy… Obedeceré Sin retraso Alguno - vídeo


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Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; No sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres; sino como siervos de Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios; sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres; Efesios 6:5-7
Una de las reglas en los Monasterios Benedictinos es la siguiente: “El primer grado de humildad es la obediencia sin retraso”.  Sabemos que a veces es difícil obedecer, pero obedecer sin retraso es más difícil, porque tendemos a dejar para más tarde lo que sabemos que hay que hacer pronto. El Apóstol Pablo, escribió a los Efesios en el tiempo cuando aún existían los esclavos o siervos. Y en esa carta pastoral da un consejo que es aplicable hoy.
Hoy no hay esclavitud, pero en el ambiente que nos rodea no se puede ignorar que vivimos bajo la autoridad a todos los niveles. Como responda a la autoridad hoy, va determinar muchas cosas en el futuro.
La amonestación del Apóstol Pablo en Efesios dice que debemos obedecer a los tienen autoridad sobre nosotros con mucho respeto. Este es un mundo donde cada día se pierde el respeto, pero si hoy quiero andar como un hijo de Dios no puedo perderlo. El consejo de Pablo dice además que debo obedecer a la autoridad con sencillez de corazón.
Sencillez de corazón me enseña a no tener un corazón doble. Una cara para el jefe y otra cuando estoy con mis compañeros. Hoy quiero desenvolverme con sencillez de corazón. Y lo importante del consejo de Pablo culmina con un freno indiscutible; me dice que debo servir a mis superiores como a Cristo. Eso quiere decir que en ultima instancia debo funcionar como si lo que estoy haciendo es para el Señor y eso determinará Responsabilidad y Excelencia. 
Sirviendo como al Señor y no a los hombres. Si lo que hago lo hago para el Señor, entonces obedeceré sin retraso y eso me abrirá nuevas puertas en el largo proceso del servicio diario. Hoy quiero poner mi vida en las manos del Señor y comprender que las oportunidades que tengo, tanto en el trabajo, como en la iglesia, como en los estudios o en mi familia, son oportunidades para servir al Señor y hacer las cosas desde una perspectiva totalmente diferente.
Señor, gracias por enseñarme estas verdades que a veces, por ser tan prácticas, tiendo a olvidarlas o a ignorarlas.  Hoy recibo de ti, tu amor de Padre y entiendo que me has puesto donde estoy para demostrar mi obediencia sin retraso a aquellas personas a quienes yo debo entregar cuentas de mis actos. Quiero aprender a funcionar en mis responsabilidades como si todo lo que hago…  lo hago para ti.  Amén.

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