Mientras cada marino iba de un lado a otro, observé algo. Todos sabían exactamente cuál era su rol. Cada persona en ese buque tenía un trabajo, una función, una responsabilidad y un propósito para estar allí; esto es, todos menos yo. Yo era el único que estaba de paseo.
Como contraste, unos meses más tarde, mi esposa, Anna, y yo tomamos un crucero de tres días alrededor de las islas para refrigerio y descanso. En cubierta, observé a 400 seres humanos, perezosos y dorados por el sol, circulando alrededor de la piscina, mientras 40 trabajadores uniformados se desplazaban a su alrededor tratando de mantenerles felices.
En un momento de reflexión escuché al Señor decirme: “Mi iglesia necesita ser un barco de guerra y no un crucero de vacaciones. Si hemos de penetrar en la oscuridad y rescatar almas con las que nos encontremos, no podemos ser un barco de espectadores. Todos necesitan saber por qué estamos a bordo”.
“Haciendo Iglesia como Equipo” por Wayne Cordeiro
¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que Su Majestad ha sufrido desde su juventud hasta ahora! II Samuel 19:7
Timoteo, hijo mío, las cosas que te pido hacer están de acuerdo con las profecías que se dijeron acerca de ti. Si cumples con ellas serás como un buen soldado que sabe pelear. I Timoteo 1:18
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