lunes, 24 de diciembre de 2012

Reflexión de Navidad - Devocional - vídeo

Pensar en la Navidad, precisamente, estos días cuando todo mundo la celebra, nos debe llevar a pensar en algo en especial.
Primero, decir que la Biblia no describe el día especifico del nacimiento de Jesús, lo mas probable es que no naciera un 25 de Diciembre como todo mundo lo celebra. La Biblia dice que se había profetizado el nacimiento del Mesías y que sería en Belén (“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” Miqueas 5:2 (Reina-Valera 1960)), pero no se especificó nunca un año, un mes o un día en particular.
Cuando la época que llamamos Navidad se acerca, hay toda clase de pensamientos, como los de aquellos que celebran estos días, aquellos que no les dan tanta importancia y aquellos que se preocupan por pelear con medio mundo para dejar claro que Jesús no nació en estas fechas.
¿Importa realmente qué día o mes nació Jesús?, ¡No!, lo importante que es que NACIÓ y que por medio de Él nosotros ahora podemos alcanzar perdón para nuestros pecados.
Para Dios mismo no es importante el día o el mes del nacimiento de Jesús, porque si así hubiese sido, Él hubiese especificado el día, mes y hora, pero no lo hizo porque sabe que somos capaces de darle más importancia a esos detalles, que al hecho de valorar su nacimiento como principio de la salvación del mundo.
La Biblia dice que Jesús al nacer fue puesto en un pesebre: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” Lucas 2:7. La Biblia ni siquiera menciona el lugar exacto de su nacimiento, la dirección exacta; sólo especifica que nació en Belén. ¿Por qué no lo menciona? Es de imaginar que Dios considera que si lo supiéramos haríamos de ese lugar un sitio de comercio y turismo, dándole más importancia al lugar que al hecho de que Jesús nació para darnos vida y vida en abundancia.
Quizá nos preguntemos: ¿Es bueno o malo celebrar la Navidad? Más allá de discutir sobre si celebrar o no la Navidad, lo que debemos celebrar cada día es el hecho de que Jesús vino al mundo, que nació, creció, desarrolló su Ministerio y murió por nosotros. Y todo comenzó a través de su nacimiento; si Él no hubiese nacido, ahora estaríamos perdidos, pero gracias a que nació, creció y murió por nosotros, ahora disfrutamos de una vida que solo Él ofrece.
No pierdas el tiempo en pelear, en contradecir, en tratar de aclarar si es bueno o no celebrar esto o aquello. Que tu corazón esté centrado en una sóla cosa en especial y es que gracias a JESÚS HOY TENEMOS VIDA.
¿Importa cuándo nació? ¿Importa cómo fue? ¿Importa el lugar especifico? ¿Importa la fecha exacta? ¡Claro que no!, lo realmente importante es que VINO AL MUNDO para que el mundo fuera salvo por Él.
Lo importante de Jesús fue lo que hizo por nosotros y eso fue morir en la cruz por nuestros pecados en sustitución de nosotros, el Justo muriendo por los injustos.
Tú puedes celebrar lo que quieras, pero si Jesús aún no ha nacido en tu corazón, entonces su venida a este mundo fue en balde. Más allá de que celebres una fecha específica, Dios lo que quiere es que puedas abrir tu corazón para que Jesús entre y nazca en tu vida, y con ello puedas recibir la vida eterna que Él tiene preparada para los que creen en Él y confiesan su Nombre.
Te invito a que el propósito por el que Jesús vino a este mundo se cumpla en tu vida, ¿Cómo?, entregándole tu corazón a Él. Si conscientemente nunca le has entregado tu corazón a Jesús, hoy te invito a que hagas la siguiente oración:

“Señor Jesús, reconozco que soy pecador, reconozco que Tú viniste a este mundo y moriste en mi lugar. Hoy te pido perdón por todos mis pecados, me arrepiento con todo mi corazón de todo lo que hice, dije o pensé, reconozco que Tú eres Dios y por lo tanto este día te acepto como mi Señor y Salvador personal. Toma mi vida y transfórmala, ya no quiero ser el mismo; crece en mí para que yo pueda menguar, pero sobre todo ayúdame a hacer tu perfecta voluntad. Amén”

Si hoy conscientemente y con corazón sincero realizaste esta oración, debes estar seguro que Jesús te ha perdonado de cualquier pecado que hubieses cometido. Hoy el propósito por el que Jesús vino a este mundo se ha cumplido en tu vida, pues Él vino para darte vida y vida en abundancia.

¡Jesús nació, creció y murió por ti y por mí! 


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