“Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.” Romanos 7.18-20 (NTV)
No hay manera de ignorar la verdad que Pablo explica aquí. Él está comunicando claramente un mensaje importante a los lectores y oyentes, “¡No soy perfecto! ¡Ustedes no son perfectos!” Gracias, Pablo por decirlo. Necesitamos más líderes como tú hoy día.
Comenzaremos con una declaración similar, “¡No soy perfecto! ¡Nunca lo he sido y nunca lo seré!
La vida que quiero vivir no es siempre la vida que vivo. No siempre trato a mi esposa correctamente. No siempre amo a mi prójimo. A veces hiero a las personas que amo. He perdido amistades por decisiones pobres. A veces soy egoísta y codicioso. A veces soy lujurioso. A veces miento. A veces como más de la cuenta, duermo más de la cuenta, hablo más de la cuenta y oro muy poco. Si me hubiese dejado ir, siendo de mi propia manera, sería una persona podrida, de pies a cabeza.
¡Bien! Qué alivio se siente al escribirlo si tan sólo tuviésemos más gente que experimentase lo refrescante que es ser realista, si dejáramos de jugar a juegos espirituales y, en vez de eso, permitiéramos que la gracia de Dios empezase a transformar quienes somos. Si crees que no hay necesidad de decir todo esto, entonces eres uno de los que está jugando a juegos espirituales.
Recuerda, no necesitas a Dios si eres, o te crees, perfecto. Si crees que ser cristiano, o convertirse en uno, significa que tienes que ser perfecto, entonces estás adhiriéndote a una cristiandad sin Dios.
“Y bueno, ¿no es igualmente impío hacer las cosas que uno no debe, ni quiere hacer, cosas a las que moralmente uno se opone? ¿No hay algún tipo de condenación para este tipo de personas? ¿No necesitamos protegernos y proteger a nuestros hijos de eso?”
Tal vez debamos ir hasta Romanos 8.1….
“Por lo tanto, ya NO hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús.”
Todos tenemos barro en nuestras manos. Hoy es un gran día para que dejes de jugar a juegos. Admite tu imperfección y sé realista. Celebra la vida que tienes en Jesús. Si no admites una cosa, no vas a tener la otra.
“Entonces Jesús le contó la siguiente historia:
—Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata a una y cincuenta piezas a la otra. Sin embargo, ninguna de las dos pudo devolver el dinero, así que el hombre perdonó amablemente a ambas y les canceló la deuda. ¿Quién crees que lo amó más?
Simón contestó:
—Supongo que la persona a quien le perdonó la deuda más grande.”
—Correcto —dijo Jesús.
Lucas 7. 41-43
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