Durante años he tenido la bendición de contar con buenos amigos, hay algunos que se han mantenido en el tiempo resistiéndose a ser olvidados, otros han desaparecido de escena pero nunca del corazón; los hay de todos los estilos, personalidades y gustos. El denominador común es que hemos compartido algo de nuestras vidas y eso nos ha unido para siempre o, al menos, durante un período amplio de tiempo.
En este camino que hemos transitado juntos yo he experimentado muchos cambios; además de los lógicos cambios de look y de corte de pelo, también ha cambiado mi forma de vivir, de pensar, de sentir y, sobre todo, la manera de relacionarme con Jesús.
Y es que cuando conocí a Jesús no me pude resistir, era mejor que cualquier otra cosa que me habían ofrecido o regalado en el mundo. Su amor me cautivó y nunca más pude alejarme de Él. Este sentimiento y este estilo de vida ha sido conocido por todos mis amigos, algunos lo comparten, otros lo respetan y otros lo critican, pero entienden que es parte de mi vida y que, al estar conmigo, es inevitable el estar con Jesús, porque instante que tengo lo aprovecho para hablar de lo que ha hecho en mi vida y de lo que significa para mí.
Hoy viví una experiencia que me emocionó sobremanera, hasta llorar de verdad. "Una de mis queridas amigas de la universidad, de la que fui amiga en cuanto entré a estudiar y con la que, a pesar de no coincidir con ella en muchas materias, continúo en contacto, me invitó a una actividad muy particular. En el tiempo de la universidad había muchas cosas en las que no coincidíamos, a ella le gustaba salir a bailar y otras prácticas que para mí no eran atractivas o divertidas, en eso éramos bien distintas; sin embargo, ella respetaba mis creencias, sobre todo, a mi Dios.
Con mucha curiosidad acepté la invitación de mi amiga. Cuando llegué al lugar fijado en la invitación descubrí que había acudido a un grupo cristiano a celebrar el cumpleaños del Señor Jesús. Sí, leíste bien. El cumpleaños de Jesús. Pero esto no termina aquí.
Empezó el show, y en el tiempo de la obra de teatro, en medio del escenario haciendo el papel de mamá, apareció mi amiga. Mi sorpresa fue tal que casi no atendí a la obra en general, sólo la observaba a ella, sus movimientos y sus palabras. Al terminar la obra, empezó a sonar una canción, y allí, en medio del escenario, estaba nuevamente…Bailaba para Dios, levantaba sus brazos y una sonrisa enorme inundaba su rostro; es como si una luz la llenara por completo. Las lágrimas caían por mi rostro mientras recordaba a mi antigua Tity, a mi antigua amiga…
Al terminar el show, salí a la recepción con ganas de poder abrazarla, salió a saludarme y a comentar lo recién ocurrido en el salón. Se le notaba emocionada y satisfecha por el resultado. Ya nos estábamos despidiendo, cuando le revelé que había llorado al verla bailar; sus ojos también se llenaron de lágrimas y, al abrazarnos, me dijo al oído: “me conquistó”. Sólo esas dos palabras fueron lo que hizo de este día algo extraordinario".
La semilla que alguna vez se plantó, hoy recibió su crecimiento y el verla a ella, tan llena de luz, inunda mi corazón y aumenta mis ganas de seguir sembrando en la vida de mis otros amigos. Hazlo tú también, tarde o temprano Dios también les va a conquistar…
Poly Toro
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