No presentaba rasgos de ansiedad ni de nerviosismo al despegar el avión. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. Una sacudida fuerte, y todos se pusieron muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.
¿Cómo lo hacía?, ¿por qué su calma? Hasta que una mujer en estado frenético le preguntó:
- Niño: ¿no tienes miedo?
- Niño: ¿no tienes miedo?
- No señora”, contestó el niño y mirando a su libro de pintar le dijo:
-”Mi padre es el piloto”.
¿Sorprendido?
Hay tiempos en nuestra vida en que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en momentos turbulentos. No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos de dónde agarrarnos y no nos sentimos seguros. Pero recordemos que nuestro amadísimo Padre Celestial es nuestro piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el Creador del cielo y la tierra. Y la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo:
¡Mi Padre es el piloto!
¡Mi Padre es el piloto!
Nahúm 1:7
Bueno es Dios para fortaleza en el día de la angustia; y conoce á los que en él confían.
Hechos 18:9-10
Entonces él Señor dijo de noche en visión á Pablo: No temas, sino habla, y no calles: Porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal.
Salmos 9:9
Y será Dios refugio al pobre, Refugio para el tiempo de angustia.
Salmos 18:2
Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Salmos 32:7
Tú eres mi refugio; me guardarás de angustia; Con cánticos de liberación me rodearás.
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