jueves, 13 de diciembre de 2012

¡Cambia! - Devocional - vídeo

Un rey caminaba por un pueblo todo rocoso y se enojó y dijo: “Quiero que maten todas las vacas y que me alfombren todo el pueblo”. Se juntaron todos los sabios y le dijeron: “Muy bien rey, tenemos que matar diez mil vacas, curtir todo el cuero y en diez años tendremos alfombrado todo el reino para que nuestro rey no se lastime”. Y vino un bufón que le pidió permiso para decir algo: “¿Por qué no matan una vaca, le sacan el cuero y le hacen unos zapatos?” Y el rey aprendió que era mejor cambiarse uno mismo que tratar de cambiar a todo el pueblo.
No gastes tus energías queriendo cambiar a tu esposo, esposa, novio, novia, suegros, hijos, porque si la persona no quiere, no cambia.
Al pretender cambiar a alguien estamos queriendo ocupar el lugar que le corresponde al Espíritu Santo;  entonces se activa en la persona un mecanismo de defensa que hace que se resista a ello. Sólo Dios cambia a la gente y si estás tomando su lugar, Él no puede operar.
Hay una historia en la Biblia en donde se narra el cambio que tuvo un hombre llamado Saúl, que fue ungido rey, por el profeta Samuel:
 ”Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? El Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás MUDADO en otro hombre”.
Del anonimato a la fama:
Saúl era un hombre que pertenecía a la tribu más pequeña del pueblo de Israel y su familia no era de renombre; al contrario, él mismo dijo que era “la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín”. Saúl, por lo que se puede entrever, tenía problemas con su estima, pues se consideraba a sí mismo una persona “muy insignificante”. Cuando Samuel le dijo que todo lo bueno y codiciable que había en Israel sería para él y su familia, a Saúl le sonó tan raro que le parecía una locura que alguien como él fuera el candidato al trono.
Pero Samuel le había dicho que cuando el Espíritu de Dios viniera sobre él sería cambiado a otro hombre. Sufriría una transformación interna, de tal manera que aún profetizaría junto a una compañía de profetas. Cuando Saúl fue encontrado por Samuel, andaba buscando unas asnas que se le habían perdido a su padre; o sea, hasta ese momento su vida era muy rutinaria, no había en ella emoción para nada y, de repente, por elección divina, dejó de ser un hombre común y corriente para ser el hombre más importante del pueblo. Él sería el futuro rey de Israel.
¿Te preguntaste cuántas cosas extraordinarias puede hacer Dios con tu vida, si sólo le das lugar para que Él te muestre las cosas excelentes que tiene preparadas para ti?
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
Una mente pobre, transformada en una mente brillante:
Lo único que hizo que Saúl sintiera que él era apto para tan gran responsabilidad, fue que el Espíritu Santo cayó sobre él con poder. O sea, la única Persona que puede convencernos de que hay algo más para nosotros es Él y sólo Él, SIEMPRE QUE LE DEMOS OCASIÓN. No pienses que esto es algo mágico. Fíjate que en el libro del profeta Joel, dice: “convertíos a mí con todo vuestro corazón”, ¡y le está hablando a su pueblo! Convertirse es abrir nuestra vida a la obra del Espíritu Santo, dejar de ponerle límites a Dios, dejar de decirle cómo debe moverse y cómo debe actuar. Es poner los dos oídos, los ojos y la boca a disposición de la voz y la guía del Espíritu Santo.
Un converso es alguien que ha dejado de ponerle límites a Dios y vive con la unción del Espíritu Santo.
La gente nos puede llenar de consejos, darnos palabras de ánimo, de estímulo y de consuelo; pero NADIE NOS PUEDE CAMBIAR LA MANERA DE PENSAR. Y no olvides que esto es tu decisión, porque tampoco va a haber cambios en tu vida si no le das opción a la Palabra de Dios.
Los cambios te llevarán hacia la cima:
 En el ejemplo de Saúl, vemos que si por él hubiera sido, nunca hubiera aceptado ser rey, porque él no se veía dirigiendo los caminos de todo un pueblo. No cambió porque Samuel le anunciara su asunción del trono, sino porque Dios mismo le convenció para que lo hiciera.
En el tiempo de Saúl, el Espíritu Santo tenía una morada temporal sobre quienes Dios designaba para tareas específicas. Pero en este presente siglo ya no es siempre así, su morada es, muchas veces, permanente. Ahora, no es Dios quien elige a las personas, sino al revés, son las personas las que tienen la libertad de elegirle a Él, muchas veces. Que alguien quiera cambiar es una DECISIÓN PERSONAL, como el rey del cuento que decidió cambiar él y no cambiar a todos los demás. Por eso Jesús “llama a la puerta”, no la fuerza, ni siquiera él que es el Dios de toda la tierra, no nos obliga a abrir, mas bien nos invita a recibirle.
Por eso, el cambio más importante que tenemos que lograr es que nunca pretendamos cambiar a nadie. Mejor decide cambiar tú. Por ejemplo, a veces tienes ideas brillantes para llevar a cabo pero no encuentras la gente que te acompañe en la misión y, entonces, te desilusionas y terminas hablando mal de ellos. Pero así no vas a lograr nada, lo que tienes que hacer es buscar personas que tengan una visión como la tuya y así emprender el proyecto que tienes pensado.
A veces quieres cambiar a tu mamá o a tu papá y les repites una y otra vez las mismas cosas, sin darte cuenta de que ellos ya tienen una vida hecha, y que sus costumbres están muy arraigadas en su corazón; quizá te escuchan un día, pero al siguiente día van a estar haciendo lo que a ellos les parece correcto. Cuando hay mucha oferta de consejos hay muy poca demanda; nadie te va a agradecer los consejos que no te pidió. Los consejos se dan cuando alguien te los pide, no cuando no te los piden, porque si no el consejo no sirve de nada. Debemos dar libertad a la gente y entender que para todos no es igual el proceso de maduración emocional y espiritual. Pero nosotros debemos seguir “renovando espiritualmente nuestra mente”, porque esa es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros.
Tienes que creer que tienes capacidad para que todas las cosas te vayan a salir bien. Cree, que vivirás cosas grandes y gloriosas.

No hay condenación sobre tu vida, empieza a fluir en tu vida; no te resistas. Depende de ti vivir tu vida como un esclavo o como una persona libre. Tú decides vivir la vida con miedo o disfrutándola. Tienes dos opciones, o tienes miedo a lo nuevo, o empiezas a disfrutar lo nuevo que viene. O tienes miedo a perder lo que tienes, o disfrutas lo que viene para tu vida. Sólo tú puedes decidir si vivir como una persona renovada o como una persona atada al pasado. ¡Este es el día para tomar una decisión, para empezar a hacer las cosas con excelencia! Porque la excelencia no es hacer las cosas mejor que otros: excelencia es que te superes cada día, es que seas la mejor versión de ti mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario