Una de las cosas que tenemos segura en la vida es el cumplimiento de las promesas y palabras que Dios nos da, y es que cuando Él ha tenido a bien hablarnos o darnos alguna promesa, es imposible que algo o alguien lo cambie; nada puede interponerse ante una palabra suya, nada influye, nada estorba. Si Él lo dice, es un hecho.
A veces, al pasar por momentos de confusión, comenzamos a dudar sobre lo que Dios ha prometido; al ver lo complicado que es lo que estamos viviendo comenzamos a desesperarnos y a angustiarnos como si pareciera que olvidáramos las grandes cosas que Dios puede hacer; nos sucede como a Pedro cuando, a pesar de haber visto los milagros de Jesús y saber de ellos, tuvo miedo y comenzó a hundirse en las aguas…” Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Mateo 14:30,31, Pedro sabía y conocía el poder de Dios, nadie se lo había contado, él mismo lo había visto ya en los lugares donde Jesús había hecho milagros, pero cuando lo único que necesitaba era caminar confiado hacia Jesús, el agua, el viento y las circunstancias le hicieron dudar y le terminaron hundiendo.
En ocasiones, también a nosotros nos pasa algo similar. A pesar de saber y conocer que el poder de Dios no tiene límites, vemos las circunstancias y dudamos de si saldremos de ellas, nuestra vida comienza a tambalearse, sentimos que nos hundimos y suplicamos la ayuda de Dios, olvidamos que tenemos un Dios que nunca ha faltado a su palabra y que sigue siendo el mismo de aquellos tiempos.
Independientemente de tu situación actual, Dios sabe de ella perfectamente, y seguramente ha hablado a tu vida antes, pero hoy por causa de todo lo que ves alrededor lo has olvidado o has dudado en si realmente esas palabras de seguridad se cumplirán, pero mira aquí la respuesta a tus dudas en esta afirmación: Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías 55:10,11)
Dios nunca se olvida de lo que promete, puede ser que las circunstancias presentes digan lo contrario pero el tiempo está en manos de Dios, la última palabra la tiene Él; solamente Él sabe cómo, y en qué momento, hará para que se cumplan todas y cada una de las palabras que ha hablado a tu vida, y sin lugar a dudas será en el momento perfecto, ni antes ni después, sino en el tiempo y forma que Él tiene establecido hacerlo.
No te compliques la vida tratando de entender o analizando la situación y todo lo que ves alrededor, no hace falta que entiendas cada una de las cosas que suceden e influyen en tu problema, lo único que te corresponde a ti es caminar hacia la meta, hacia lo que Dios ha hablado a tu vida, sólo necesitas creer y dar ese paso de fe que te haga caminar sobre las aguas sin hundirte.
Dios no te ha llamado para abandonarte en medio del camino, nunca te dejaría abandonado a tu suerte, Él no habla para después arrepentirse o cambiar de opinión,“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?“ Números 23:19
Cada una de las palabras y promesas de Dios sobre nuestra vida a su tiempo serán cumplidas; en ocasiones desearíamos verlas de inmediato. Es tanta nuestra necesidad, que sentimos que no podemos esperar más, pero algo tenemos que comprender: todo es al tiempo de Dios, y el tiempo de Dios es PERFECTO; solo Él sabe cuál es el momento justo donde sus promesas serán una bendición completa para nuestra vida.
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