lunes, 19 de noviembre de 2012

Disfrutar de la vida - Reflexiones - Ser Feliz

Disfrutar de la vida


Un hombre rico y emprendedor se horrorizó cuando vio a un pescador recostado tranquilamente junto a su barca, contemplando el mar y fumando apaciblemente su pipa después de haber vendido el pescado.
-¿Por qué no has salido a pescar de nuevo?, le preguntó el hombre emprendedor.
-Porque ya he pescado bastante por hoy, respondió el apacible pescador.
-¿Por qué no pescas más de lo que necesitas?, -insistió el industrial.
-¿Y qué iba a hacer con ello? -preguntó a su vez el pescador.
-Ganarías más dinero. Podrías poner un motor nuevo que haría más potente tu barca. Y podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon con las que sacarías más peces y ganarías más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas.Y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo.
-¿Y que haría entonces? -preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida, -respondió el hombre emprendedor.
-¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? -respondió sonriendo el apacible pescador. 
¡Eso es precisamente lo que hago!
Contentarse con la vida que Dios nos ha concedido es disfrutar de la mayor de las riquezas.
I Timoteo 6:6
Un hombre, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento.
Ser Feliz
Se cuenta una fábula acerca de un joven huérfano que no tenía familia ni nadie que le amase. Sintiéndose triste y solitario, caminaba un día por un prado cuando vio una pequeña mariposa atrapada en un arbusto espinoso.
Cuanto más pugnaba la mariposa por liberarse, más profundamente se le clavaban la espinas en su frágil cuerpo. El muchacho liberó con cuidado a la mariposa, pero ella, en lugar de irse volando, se transformó ante sus ojos en un ángel.
El muchacho se frotó los ojos sin poder creerlo mientras el ángel decía:
- Por tu maravillosa bondad, haré lo que me pidas.
El muchachito pensó por un momento y luego dijo:
- Quiero ser feliz.
- Muy bien –le respondió el ángel y luego se inclinó hacia él, le susurró al oído y
desapareció.
Al crecer el pequeño, no hubo nadie en el país más feliz que él. Cuando la gente le pedía que les dijese el secreto de su felicidad, solamente sonreía y decía: “Escuché a un ángel cuando era niño”.
En su lecho de muerte, sus vecinos se reunieron a su alrededor y le pidieron que divulgase el secreto de su felicidad antes de morir. Finalmente, el anciano les dijo: “El ángel me dijo que cualquiera, sin importar lo seguro que pareciese, fuese joven o viejo, rico o pobre, me necesitaría”.
Con frecuencia amamos las cosas y usamos a las personas, cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.
Romanos 12:10
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros.

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