lunes, 19 de noviembre de 2012

El siervo de Dios - Liderazgo - vídeo

Una preocupación creciente en nuestras iglesias es la crisis de liderazgo. Pastores, líderes y ancianos están incurriendo cada vez más veces en faltas morales.  Es un tema que nos avergüenza como hijos de Dios y por lo cual no desearíamos hablar de él. Lo importante es que las medidas que cada iglesia o la mayoría de ellas han efectuado para contrarrestar esta situación, no han dado los resultados esperados, pues la problemática no disminuye sino que aumenta. Parece que como cristianos no hemos dado con la clave. ¿Cuál es el problema de fondo? Parece que es un fenómeno muy complejo; pero expongamos brevemente algunas reflexiones, que pueden servirnos para la compresión de esta situación y mejorar nuestro liderazgo.
La secularización es un movimiento que está entrando en la iglesia en todas sus áreas, pero en especial afecta a los líderes. La presión de una sociedad pragmática, que quiere ver a los siervos de Dios como reyes, empresarios, ejecutivos, gerentes, señores de la congregación, al parecer es una de las causas. Falta humildad. La iglesia ha dejado de ser comunidad y ha pasado a convertirse en una empresa. Los organigramas reflejan esta realidad; los planes y proyectos también. Pocas iglesias se escapan a este movimiento sutil que de por sí trae muy buenos resultados numéricos, pero poca convicción. A esto se agrega la comprensión equivocada que nos ha dejado la tradición de lo que es un siervo de Dios; quizá sin darnos cuenta y con buena intención, pues en nuestras Biblias, especialmente en el Nuevo Testamento, aparece la palabra "diakonos" traducida como ministro. Este término no se corresponde con el significado original. Dice ( I Tim 4:6) “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido”. Aquí la palabra que es interpretada erróneamente es ministro, y se interpreta como diácono. Este término originalmente significa siervo/sirviente. Es especial, como Pablo se autopresenta (1Cor 3:5) “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor”. Pablo y Timoteo se presentan como esclavos (Fil 1:1) y como ya vimos, no como diáconos. Estos grandes hombres de Dios no estaban por encima del rebaño, se concebían a sí mismos como esclavos de Cristo al servicio de la iglesia. Psicológicamente es un cambio abismal.
Jesús dijo a sus discípulos cuando discutían por quien se sentaría a la derecha y a la izquierda cuando estuvieran en su gloria. (Mar 10:37,44) “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros,  Sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (diakonos). Jesús mismo es el modelo y ejemplo a seguir. No es Moisés, no es Abraham ni los profetas; el modelo de nuestro liderazgo es Jesús y por lo tanto debemos seguir su ejemplo (Fil 2:7)  “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy". "Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.” (Juan 13:14)
D. Bonhoeffer habla de la edad adulta del mundo, cuya historia es bien distinta de la historia de Dios. Se entiende por secularización el movimiento ideológico que se opone a todo lo que es Bíblico. La nueva concepción mental de lo que es la Iglesia y nuestro servicio en ella está más influenciado por la filosofía de este mundo que por la Palabra de Dios. Ni la iglesia del Señor es una empresa, ni sus siervos ejecutivos. Somos esclavos de Cristo y sirvientes de su pueblo.

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