viernes, 2 de noviembre de 2012

Sin temor al rechazo - Devocional

Son muchísimas las personas que, en distintas situaciones, ya sea en el área espiritual, sentimental o natural, sus sentimientos de miedo a ser rechazados llegan a ser más grandes que sus propias intenciones de hacer las cosas, aún sabiendo qué es lo correcto y lo que más les conviene.
Y es que a veces es tanta nuestra necesidad de ser aceptados, nuestro miedo a ser criticados o a sufrir burlas, que preferimos callar antes de provocar el desagrado de las personas que nos rodean. Es entonces cuando, por miedo a ser rechazados, terminamos viviendo una vida que no es la que queremos nosotros, sino la que queremos que le agrade a los demás.
La  Biblia habla sobre la llegada de Jesús al mundo en lo que fue una situación donde pasó por el rechazo: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Juan 1:11. Parece difícil de creer que el Hijo del Creador absoluto del mundo fuera rechazado, menospreciado y duramente criticado, sin embargo Él mismo padeció todo esto mientras estuvo aquí en la Tierra; vivió la decepción de un rechazado, el dolor de la burla.
Aun así, parece que a veces olvidamos que no podemos ser del agrado de todas las personas; vivir para agradar a todo el que está a nuestro alrededor, aparte de ser algo imposible es también lo más consumidor y cansado que podemos hacer mientras a unas pocas personas les damos gusto con ello.
Todos sabemos que el miedo y el temor paralizan e impiden que lleguemos a la meta que nos hemos trazado. Comenzamos a perder de vista el verdadero objetivo para el que fuimos llamados cuando le damos más importancia a lo que la gente habla de nosotros, y es eso lo que provoca que no nos decidamos a hacer cosas nuevas, porque siempre estamos con el temor a que la gente nos rechace por pensar o actuar distinto a lo que ellos quieren.
Cuántas veces hemos tenido un deseo en nuestro corazón de agradar a Dios y terminamos dejándolo de lado por el famoso “Que dirán”. Nos levantamos unas barreras enormes cada vez que pensamos en si a las personas les parece bien cómo hablamos, cómo nos vestimos y cada cosa que hacemos, y terminamos por apagar nosotros mismos esa llama y dejamos de vivir para Dios por querer comenzar a vivir para el agrado de las personas.
El miedo al rechazo no es más que una barrera más que intenta impedir que seas bendecido y bendigas a otros. Siempre habrá alguien que no esté de acuerdo con lo que haces; si esperas a que todos estén de acuerdo en lo que quieres hacer, nunca podrás hacerlo; por eso es importante que busques la aprobación y el agrado de Dios antes que el de cualquier otra persona.
Para cualquier área de tu vida donde sientes temor a ser rechazado, da por supuesto que cada una de esas áreas está en manos de Dios. A Dios le interesa darte victorias en todos los aspectos de tu vida que consideres importantes; en cada uno de ellos Él está contigo, te ha enviado a conquistar montes, a que sean entregados en tus manos. A veces no es fácil, de acuerdo, pero si de algo puedes estar seguro, es de que no habrá nada que te sea imposible siempre que Dios vaya a tu lado.
Jesús fue rechazado en muchas ocasiones, la gente no estaba de acuerdo con lo que hablaba, no le parecía bien cómo decía las cosas, tampoco cómo vivía, cómo se expresaba, pero eso no impidió que cumpliera con su misión, tenía tan claro su objetivo que los comentarios y opiniones no afectaban a su labor. Él continuó hasta el final y logró agradar a quien realmente importaba agradar, a Dios.
Mientras los apóstoles eran perseguidos por predicar la palabra de Dios, los presentaron ante el sumo sacerdote, y ante la molestia de éste solamente se limitaron a responder lo que claramente era más importante para ellos: Pedro y los demás apóstoles respondieron: Nosotros primero obedecemos a Dios, y después a los humanos Hechos 5:29
La mejor manera de vencer el temor al rechazo es recordando siempre cuál es la prioridad en tu vida. ¿Cuán presentes tienes tus objetivos?, ¿está puesta tu mirada en el propósito de Dios para ti, o en los pensamientos que tienen los demás acerca de lo que haces? No sirve de nada ganar la aprobación de quienes son solamente espectadores y perder la del autor de la obra de tu vida, porque es Dios quien conoce realmente tu situación y puede, más que opinar, hacer algo al respecto.

Confíale a Dios tus temores, tus inseguridades, tus miedos. Él te ha dado un espíritu de valentía y no de cobardía, de poder para vencer, de amor para soportar y perdonar, y de dominio propio para que te sientas seguro de ti mismo.


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