viernes, 2 de noviembre de 2012

El Amor se Gana, No se Impone - Reflexiones - vídeo

Frederick William I, rey de Prusia, no se dio a conocer por una disposición agradable.
Su pasión era su ejército y pasó mucho tiempo de su vida tratando de establecerlo.
No le interesaba casi nada más, ni nadie más, incluso ni su propia familia. Con frecuencia fue cruel con su hijo, quien más tarde le sucedió en el trono como Frederick II, el Grande.
Ya anciano, con frecuencia, Frederick William caminaba solo por las calles de Berlín. Sus súbditos huían de él.
Se cuenta que en uno de esos paseos, un ciudadano le vio venir e intentó escapar del monarca a través de un portal.
Tú—le gritó el rey—, ¿a dónde crees que vas?
—A mi casa, su Majestad—contestó nervioso el hombre.
—¿Es esa tu casa?—le preguntó Frederick.
—No, su Majestad.
—Entonces, ¿por qué estás tratando de entrar ahí?
—Bueno, su Majestad—admitió el hombre, preocupado de que le tildaran de ladrón—, es que no quería encontrarme con usted.
—¿Por qué?—preguntó el rey.
—Porque le tengo miedo, su Majestad.
Frederick alzó el bastón que usaba para caminar y, apuntando al hombre, le dijo: "Se supone que no tienes que temerme, pedazo de infeliz. Se supone que tienes que amarme".

Rara vez las personas siguen a alguien con quien no se llevan bien.
No puedes obligar a nadie amar. El amor se gana, no se impone. ¿Estás regando las semillas de amor hacia tu familia, compañeros o vecinos?
Semilla que se riega, tarde o temprano, florece.
Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2 Samuel 9:1.
Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes. 2 Samuel 18:5

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