domingo, 4 de noviembre de 2012

Por Gracia - Devocional

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios”
Efesios 2:8 (Nueva Versión Internacional)
Entendamos el concepto de gracia. Es un acto de amor unilateral e inmerecido de Dios hacia nosotros. Unilateral, pues Dios no espera recibir de nosotros nada a cambio . E inmerecido, no es algo que conquistemos por medio de nuestras obras. En la medida que comprendamos este concepto tendremos mayor reposo. Imagina esto: un hombre indigente se encuentra en la esquina de una calle mendigando y pensando en cómo conseguirá comida para sobrevivir ese día. Esperando juntar unas cuantas monedas para poder dormir esa noche en una posada y no en la calle. En eso llega un hombre vestido elegantemente, 
–¿Es usted el Sr. Juan García?
 El pobre hombre responde –sí soy yo-. Entonces el mensajero dice:
-Permítame informarle que un hermano que usted no conoció ha fallecido y le ha dejado una herencia. A partir de ese día el Sr. García jamás volvió a preocuparse de qué iba a comer o en dónde iba a dormir, sino que sus nuevas prioridades se convirtieron en el golf y decidir cómo invertir su fortuna. El Sr. García no merecía lo que recibió. Fue un regalo unilateral de su hermano que no esperaba que le pagase. Y aunque hubiese mendigado el resto de su vida jamás hubiera estado cerca de pagar la fortuna que recibió.
Eso es lo que pasa con la gracia que recibimos de Dios. Cuando Cristo falleció en la cruz y dijo ¡consumado es!, Él nos dejo un testamento a favor. En el cual somos coherederos con Él de lo que no merecemos. Y aunque en ocasiones nos engañemos pretendiendo devolverle el favor por medio de buenas obras, jamás lo lograríamos hacer.
Dimensiona adecuadamente el amor de Dios y Cristo por ti. Él sabía, cuando fuiste salvo, que no merecías esa dádiva. Recibe tu salvación cada día cómo el regalo más grande que no merecías y que jamás podrías pagar aunque lo intentes. Lo mejor de todo es que Dios no espera que le pagues, sino que disfrutes lo que te ha heredado, su hijo Jesús.

Recibe la gracia como tu mayor regalo y vívela plenamente.

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