domingo, 4 de noviembre de 2012

La necesidad de los ciegos - reflexión


Juan 9.30  Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de donde sea, ¡y a mí me abrió los ojos!
El capítulo 9 del libro de Juan narra la historia de un hombre que había nacido ciego, por lo que los discípulos le cuestionaban al Maestro acerca de su ceguera; al Señor, en su misericordia, le nació el deseo de devolverle la vista para glorificar al Padre, para que todos vieran que el poder de Dios es inmenso y que Él, en su infinita soberanía, puede hacer un milagro a quien le plazca. 
La ceguera es un impedimento físico que tiene una enorme relevancia en el hombre, ya que no le permite disfrutar en su plenitud todas las bellezas naturales que nuestro Señor creó para deleite de la humanidad. Una persona que sufre esta desgracia lleva una vida limitada, en algunos casos no es así, ya que en su alma hay un anhelo ferviente de disfrutar en toda su magnitud del placer de conocer todo lo que le rodea, de llenarse los ojos con la luz del sol, del color del cielo o de las flores, etc. Sin embargo, hay una ceguera aún más terrible que en el hombre puede provocar un daño aún mayor que la física. Esta es la ceguera espiritual; tú, al igual que yo y muchos más, vivíamos completamente ciegos, vivíamos en penumbras, teníamos un velo que impedía ver la realidad de lo que estábamos viviendo, de la vida que llevábamos, o bien que estás llevando actualmente, ya que no permites que la luz del entendimiento y de la razón penetre en tu ser; mucho menos que la luz de la sabiduría, que proviene de Dios, se albergue en tu corazón. Cuando en el hombre existe la cerrazón es imposible que entienda que todo lo que está haciendo lo está haciendo mal; esto es debido a que no permite que alguien que ya pasó por ese camino le haga ver su error. Esto es como un niño cuando está empecinado en hacer algo y el padre le indica que no lo haga porque le puede pasar algo, sin embargo quiere experimentar por cuenta propia sin saber los resultados de  su acción.
Una persona que, al igual que el ciego abre los ojos, abre los ojos de su espíritu, empieza a ver con claridad todo lo que estaba mal en su vida, y eso provoca que le dé un giro a la misma recapitulando e iniciando una nueva forma de vivir. Por eso el ciego de la historia exclamó con gran gozo: "antes yo llevaba una vida vacía, sin esperanzas, sin ilusiones, porque vivía una vida en total oscuridad, vivía como un mendigo de las limosnas que el mundo por compasión me daba. Causaba lástima y repulsión a los hombres…pero llegó el día en que vino a mí un regalo de Dios a través de Jesús y me abrió los ojos, y hoy puedo ver la claridad; todo para mí es nuevo y la vida me resulta interesante y bella porque el Señor me dio la oportunidad de vivirla plenamente, y no depender de nadie más que del Señor, Él  vio en mi corazón el anhelo que había en mí."
Hoy, tú también, mi amado de Dios, puedes darle un giro a tu forma de vivir, dejar de ser un mendigo ciego que lo único que has conseguido es dar lástima, vivir de las limosnas del mundo e ir dando tumbos porque tus sentidos están vedados; hoy, si tú quieres de verdad vivir plenamente, encontrarle sentido a la vida y descubrir que en todos los seres humanos se encierra una gran belleza interior, lo único que tienes que hacer es arrepentirte de corazón de todos tus pecados, pedir perdón a Dios, entregar tu vida a Cristo Jesús y disponerte a vivir una vida plena, con optimismo, desbordando en tu interior y manifestándo en tu exterior el gran y eterno amor que Cristo Jesús, el Rey de Gloria, ha derramado en ti.
DE MODO QUE SI ALGUNO ESTA EN CRISTO, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON; HE AQUÍ, TODAS SON HECHAS NUEVAS.  2 CORINTIOS 5.17

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