Por favor, cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Comparto con vosotros una pequeña reflexión que espero que entre en lo más profundo de nuestros corazones y dé fruto en nuestras vidas.
¿De qué le vale a un atleta ser muy veloz si a falta de 10 metros para la línea de meta disminuye la velocidad, confiado de su victoria, y cuando reacciona ha sido superado por los otros atletas? ¿De qué le valió al atleta haber corrido 90 metros a gran velocidad si a falta de 10 pierde la carrera? Creo que coincidimos en pensar que de nada le valió.
Muchos cristianos se jactan diciendo “yo soy muy bueno”, “yo soy muy santo”, “yo soy un líder de la iglesia”, “yo soy un ejemplo a seguir”, “yo soy un maestro de la escuela dominical”, “yo soy un pastor”, “yo soy un coordinador de ministerio”, “yo soy un diácono”, “yo soy reconocido en mi iglesia y muchos quieren ser como yo” y se quedan alabándose a sí mismos por su “grandeza”.
¿Le basta a un atleta con ser veloz? Ciertamente no; igualmente, no le basta a un cristiano con tener un gran conocimiento de la Biblia ni con ser un líder en la iglesia, dar una clase dominical a los niños o tener cincuenta mil grupos de vida. Si este cristiano no se esfuerza, ora, ayuna, da lo mejor de sí mismo para Dios, todos sus logros personales no habrán valido nada al final.
Ahora bien, de nada le vale a un cristiano haber dado lo mejor de sí mismo para Dios hasta un tiempo finito, sino que debe dar lo mejor de sí hasta el final; de lo contrario puede perder el galardón. Muchos atletas corren, pero solo uno se lleva el premio; muchas personas deciden correr la carrera de la vida cristiana, pero sólo aquéllos que se hayan esforzado desde el principio hasta el fin alcanzarán el galardón de los verdaderos campeones.
Estoy seguro de que ustedes tienen proyectos en su iglesia, proyectos que provienen de Dios y que son para Él. ¿Cómo van esos proyectos? ¿Te has dado por vencido? ¿Estás conforme con lo que has hecho hasta ahora? ¡NO! Por favor no cometan ese inmenso error, aún no hemos acabado y no podemos descansar hasta que hayamos hecho aquello para lo cual fuimos llamados.
Esta es una llamada de atención para toda la iglesia, ¡DESPERTÉMOS! Aún no hemos acabado, aún no hemos culminado la obra y no podemos bajar los brazos aún. Llegará el momento en que podremos descansar pero aún no ha llegado ese día y hasta que llegue, ¡SIGAMOS CORRIENDO!.
Esforcémonos, seamos valientes; si el fuego del Espíritu Santo está apagándose en ti, ¡AVÍVALO AHORA! Si ha llegado la desmotivación a tocar la puerta de tu corazón, ¡DESPIERTA Y ANÍMATE! Si el miedo y la duda te quieren detener, ¡ÉCHALOS FUERA DE TI Y SIGUE ADELANTE! No fuimos llamados a mirar atrás, fuimos llamados a terminar lo que empezamos; no fuimos llamados a ser recordados como perdedores, fuimos llamados a ser más que vencedores.
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