martes, 11 de septiembre de 2012

Oraciones Egoístas Y Claves Para Oraciones Efectivas

Recordemos,  hermanos:
"Ya estoy cansado de pedir y pedir y Dios no me responde. ¿Acaso es que soy tan malo? ¿O es que Dios es insensible a mi necesidad? Trato de ser fiel, voy a la Iglesia, doy ofrendas y en lo que puedo ayudo al necesitado, pero de lo único que recibo son turbaciones y dolores. ¿Puede darme una respuesta?"
Así me dijo ese hombre alto con cuerpo de atleta pero con un corazón de niño desesperado porque sus juguetes no aparecían por ningún lado.
Mis deseos no son los deseos de Dios. Por eso el Salmista escribió en el Salmo 37:4. “Deléitate así mismo en el Señor y Él te concederá los deseos de tu corazón”.
Nuestros ojos se posan solo en Él. Eso es deleitarse. Cuando yo me deleito en el Señor mis deseos son desplazados y Él pone sus deseos en mí, y entonces, y sólo entonces, se conceden los deseos del corazón que ya no son mis deseos sino los deseos de aquel en quien me deleité. En otras palabras, cuando comienzo mi oración con "deleitarme en su presencia" necesito estar listo para que esos deseos egoístas que me llevaron a orar sean desplazados por los deseos de Él.
Oraciones egoístas nos cargan, oraciones de deleite nos liberan. No es lo que yo quiero, sino lo que Él quiere. No le reclames a Dios, deja que Él te reclame.
“Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa”.  Salmos 43:4.
“Entonces hallarás tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob. El Señor mismo lo ha dicho”. Isaías 58:14.

Y...... "Claves Para Oraciones Efectivas" 
En esta ocasión hablaremos sobre la Clave de Mirar Fijamente a Dios.
Recuerde que un orador es alguien que pide y ruega a Dios. Cuando usted esté orando debe mirar fijamente a Dios. Esto es clave. Cuando uno deja de mirar a Dios la mirada se le va para otros lados.
“Cuando éste vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna”. Hechos 3:3
Tenemos a dos siervos de Dios entrando por la puerta del templo, así como el mismo Señor Jesús había entrado por esa puerta y debió haberlo visto allí pues era lisiado de nacimiento y tenía más de cuarenta años. El hombre lisiado les vio y les pidió limosna.
Usted puede dar porque Dios le dijo que diera, pero otra cosa es dar porque alguien tocó su corazón a través de la lástima. Uno puede decir: “Pues bueno, voy a tener este detalle, esta deferencia con esta persona y le voy a dar”. Aquí hay una gran diferencia, y no me refiero al que cubre la necesitad, sino al necesitado.
Va usted conduciendo y, al parar en un semáforo, las personas le rodean y le extienden la mano pidiéndole, pero a la vez están mirando a ver quien más viene, porque si usted no le deja su monedita o su billete alguien más se lo puede dejar y ellos no quieren perder ninguna oportunidad. Así que ellos no están viéndole a usted como una persona compasiva, pues tal vez en su siguiente pasada ni le recuerden. Están mirando su mano, viéndole como un proveedor.
Algunos podemos estar así en el templo del Señor; ¿cómo es nuestra condición al estar dentro de la iglesia del Señor? ¿Estoy orando con los ojos puestos fijamente en Dios o en los hombres? Este pasaje causa mucha tristeza y conmoción.
Hoy cobra vigencia porque venimos de una sociedad que nos ha enseñado que la respuesta está en los otros, y puede que hagamos nuestra oración de entrega y ya seamos cristianos teniendo acceso directo al trono de Dios, pero seguimos en una actitud de mendigos.
“Pedro, con Juan, mirándolo fijamente le dijo: -¡Míranos!-”.  Hechos 3:4
Pedro sabía qué era dejar de mirar al Señor. ¿Recuerdas cuando Pedro, que era tan intrépido, le dijo al Señor que caminaba sobre las aguas: -Señor, si eres Tú, mándame que yo vaya a ti sobre el agua- y el Señor le dijo: -Ven-? (Mateo 14:28-29). Pero el texto dice que cuando Pedro puso sus ojos en lo que estaba a su alrededor y dejó de mirar a Jesús, se empezó a hundir.
Cuando uno deja de mirar al Señor se empieza a hundir hasta casi ahogarse. Por esto necesitamos al orar no apartar la mirada de Dios.
Sea cual sea la petición que usted le está haciendo a Dios, de salud, de negocios, emocional, de empleo, no deje de mirar a Dios porque, a veces, las circunstancias se van a poner muy difíciles, y si empezamos a mirar las circunstancias quitando la mirada de Dios nos hundimos.
Dios nos dice: “Mírame fijamente a través de la fe”.
Moisés, se sostuvo como viendo al Invisible. Interesante: La fe hace que nos sostengamos como viendo al Invisible. Si no miro fijamente a Dios voy a tener mi mirada puesta en otras aparentes respuestas a través de otras personas y no de Dios.
Si usted está haciendo una negociación y si empieza con tropiezos mire a Dios; Él, que todo lo puede cambiar a su alrededor, porque “Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos”. Hebreos 13.8.
Cuando se provoca lástima, cuando alguien cree que es el otro ser humano el que tiene que suplir, o cuando alguien cree que la sociedad le debe alguna cosa, aunque esté dentro del gremio cristiano, siempre se sentirá insatisfecho con lo que otros le den.
“El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo”. Hechos 3:5
Aquí ocurrió algo que cambió la vida de este mendigo. Tal vez él pensó: “Bueno, me dijeron que les mirara, debe ser que me van a dar”. Se quedó mirándolos fijamente porque su corazón seguía puesto en la respuesta que esperaba de ellos. Su mirada no estaba puesta fijamente en Dios sino en lo que los hombres podían darle.
Que Dios te siga llenando de su paz.
John Freddy y Ruth Betancurt.

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