Al chico no le importa si esto te distrae o produce una gran sonrisa en tus labios. Ellos preguntan y actúan, día tras día, todos los días.
Los niños se comportan de esta manera porque desean saber. Son como enormes esponjas que absorben todo a su alrededor. Es un momento valioso cuando ven algo especial. Sus rostros se iluminan como si fuera el día de Navidad. Se les saltan los ojos quedan boquiabiertos de incredulidad, y luego sonríen. A menudo los adultos nos hemos olvidado de sonreír.
Los niños no esconden nada. Es evidente si están emocionados o asustados. Aceptan y devuelven amor y atenciones con imprudente abandono. Podemos dejar de pensar como niños pero hay una gran recompensa al experimentar el gozo que siente un niño.
Un gran hombre es aquel que no ha perdido su corazón de niño.
Mateo 18:3
Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
“Señor, un día tomaste a un niño y lo pusiste como ejemplo para nosotros los adultos.
Hoy quiero ser como un niño y aprender de los niños las más grandes lecciones que se aprenden en la vida.
Quiero acercarme a ti como un niño se acerca a su padre”.
Mateo 18:3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 19:14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
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