viernes, 3 de agosto de 2012

Nada hay imposible para Dios - vídeo

“Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras”
San Lucas 1.29
Es más que normal recordar el nacimiento de Jesús en Navidad. El pasaje del libro de Lucas donde el ángel Gabriel anuncia a María la concepción me llena mucho particularmente. He querido hacerlo mío.
No quiero compartir del nacimiento de Jesús, de eso se ha hablado mucho y se seguirá hablando. Quiero hablar de mi nacimiento. Dice la Palabra de Dios que el ángel entró donde estaba María y le saludó con estas palabras: “¡Salve, muy favorecida! el Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres!” (v. 28); sigue diciendo que María se turbó por las palabras del ángel, pues no entendía la manera de saludar del ángel. Algo muy parecido me ocurrió la primera vez que escuché hablar del Señor y el día que Jesús tocó la puerta de mi corazón; me sentí un poco extraño, pues no entendía por completo lo que estaba diciendo. ¿Se identifica Ud. conmigo? Si alguien nos habló de Él, si Él decidió llamarnos, no fue por alguna característica especial que teníamos. Él lo hizo por Su amor, porque hemos sido favorecidos, porque el favor, la gracia y la misericordia del Señor lo ha querido así.
“No temas, porque has hallado gracia delante de Dios concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y llamarás su nombre Jesús. Éste será grande y será llamado hijo del Altisimo”. Sí, lo sé, fisicamente esto fue un milagro grandioso en María, pero espiritualmente en mi sucedió la misma cosa, sé que en Ud. también. Según las leyes naturales, María no podía estar embarazada, pues era virgen, no podía ser, pero fue porque para Dios no hay nada imposible. Espiritualmente, de mí no podía nacer una persona nueva, porque era un pecador, porque me merecía aquello que me correspondía por ser un pecador, pero en mí fue concebida, como un regalo de Dios, aunque hubiese cometido errores gigantescos, una nueva criatura, hija del Dios Altísimo. Como seguramente a Ud. le ocurrió.
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo ser que va a nacer será llamado hijo de Dios”. No puedo sino agradecer a Dios por el momento en el cual Su gracia me cubrió, y el Espíritu Santo hizo que de mí naciera una criatura nueva. A pesar de todas probabilidades en mi contra, Dios lo hizo, porque no hay nada imposible para Él. Como también sé que lo hizo con Ud. Como sé que lo seguirá haciendo con muchos.
“Entonces María dijo: Aquí está la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu Palabra”(v. 38). Yo dije lo mismo, y lo quiero decir aún. Señor, haz conmigo conforme a tu Palabra, yo soy tu siervo. Dios lo hizo con María de manera grandiosa, lo hizo conmigo en manera preciosa, lo ha hecho con muchos y lo seguirá haciendo, porque, no hay nada imposible para Él.


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