Durante un dialogo entre estos tres personajes se cruzaron las siguientes Palabras:
Hermana mayor: Siento que haya sido mi culpa, no sé que pudo haber pasado ya que yo siempre le había revisado los amarres y nunca se había caído.
Padre: Hija yo siempre los revisaba después que tú los hacías y esta vez lo hice nuevamente, quizás cometí algún error.
Hijo menor: Papá no te culpes porque yo, después que tú revisaras las amarras, las corté y las hice nuevamente para demostrar que era suficientemente capaz de lograrlo.
Nuestro Padre celestial es Soberano sobre nuestras vidas y no deja nada al azar preocupándose por cada detalle en ellas. Cuando confiamos más en nuestras limitadas fuerzas y capacidades que en Su poder, Amor y Justicia caemos desde lo alto de la montaña y sufrimos traumatismos severos que sólo nuestro Padre puede sanar con la preciosa y limpia sangre de Cristo Jesús por medio de Su Gracia redentora e infinita misericordia. “…porque separados de mí nada podéis hacer.”
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.
Salmos 94:22
Mas El Señor me ha sido por refugio; Y mi Dios por roca de mi confianza.
Jeremías 17:7
Bendito el varón que se fía en el Señor, y cuya confianza es Dios.
1 Juan 5:14
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.
Salmos 94:22
Mas El Señor me ha sido por refugio; Y mi Dios por roca de mi confianza.
Jeremías 17:7
Bendito el varón que se fía en el Señor, y cuya confianza es Dios.
1 Juan 5:14
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
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