sábado, 14 de julio de 2012

El sonido de las palabras-La última lágrima


El Sonido de Las Palabras
El sonido de estas palabras será música para los oídos de cualquier niño o adulto.
Dígale a alguien hoy lo maravilloso que es.
Adelante… ¡Alégrele la vida!
1 Tesalonicenses 2:8
Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
Juan 13:34
Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.
Juan 15:12
Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado.
Juan 15:17
Esto os mando: que os améis los unos a los otros.
Romanos 12:10
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros;
Efesios 5:2
y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.
La última lágrima
Allí estaba, sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que remangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano.
El anciano miraba a la nada. Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto que me fue muy difícil acercarme, a preguntarle, o siquiera consolarlo.
Por el frente de su casa pasé mirándolo.
 Al darse la vuelta fijó su mirada en mí, le sonreí, le saludé con un gesto aunque no crucé la calle; no me animé, no le conocía y si bien entendí que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad, seguí mi camino sin convencerme de estar haciendo lo correcto.


En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía. Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y tan pronto llegué a mi casa, comencé a leerlo esperando que el tiempo borrara esa presencia…  pero esa lágrima no se borraba. Los viejos no lloran así por nada, me dije.
Esa noche me costó dormir; la conciencia no entiende de horarios y decidí que por la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido. Luego de vencer mi pena, logré dormir. Recuerdo haber preparado un poco de café, compré galletas y muy deprisa fui a su casa convencido de tener mucho por conversar.
Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió otro hombre. ¿Qué desea? preguntó, mirándome con un gesto adusto. Busco al anciano que vive en esta casa, contesté. Mi padre murió ayer por la tarde, dijo entre lágrimas.
¡Murió! dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron.
¿Usted quien es? volvió a preguntar. En realidad, nadie, contesté y agregué. Ayer pasé por la puerta de su casa, y estaba su padre sentado, vi que lloraba y, a pesar de que le saludé, no me detuve a preguntarle que le sucedía, pero hoy volví para hablar con él pero veo que es tarde.
No me lo va a creer pero usted es la persona de quien hablaba en su diario. Extrañado por lo que me decía, le miré pidiéndole más explicación. Por favor, pase. Me dijo aún sin contestarme. Luego de servir un poco de café me llevó hasta donde estaba su diario y la última hoja rezaba: Hoy me regalaron una sonrisa plena y un saludo amable… hoy es un día bello.
Tuve que sentarme, me dolió el alma solamente de pensar lo importante que hubiera sido para ese hombre que yo cruzara aquella calle. Me levanté lentamente y al mirar al hombre le dije: Si hubiera cruzado la vereda y hubiera conversado unos instantes con su padre… Pero me interrumpió y con los ojos humedecidos de llanto dijo: Si yo hubiera venido a visitarle al menos una vez este último año, quizás su saludo y su sonrisa no hubieran significado tanto.
Autor Desconocido

Si hubiera….si hubiera…si hubiera….
¿Cuántas veces esas dos palabras han estado en nuestros labios?
Tomemos la decisión de aprovechar cada oportunidad para amar, compartir y edificar a otros.
Hoy…porque mañana puede ser tarde.
Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.


Salmo 45:7
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
Juan 13:34
Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Juan 15:12

No hay comentarios:

Publicar un comentario