A los justos les será dado lo que desean. Proverbios 10:24
Siendo este un deseo justo, Dios lo concederá con toda seguridad. Que tal promesa fuera hecha a los injustos ni sería bueno para el hombre ni para la sociedad en general. Guardemos los mandamientos del Señor y Él atenderá con justa razón nuestros deseos.
Si acaece que los justos apetecen cosas injustas, éstas ciertamente no les serán dadas, porque no son éstos sus verdaderos deseos, sino extravíos o ignorancia, y justo es que les sean negadas. En cambio sus legítimos deseos llegarán hasta el Señor y no serán rechazados.
Tal vez por el momento niegue el Señor nuestras peticiones. Sin embargo, la promesa de hoy debe animarnos a reiterar nuestras demandas. ¿Nos las ha negado completamente? Debemos darle gracias, porque nuestro mayor deseo es que nos niegue todo aquello que juzgue no ser conveniente para nuestras almas.
Cosas hay que pedimos con mucha confianza. Nuestros mejores deseos son ser santos, útiles, semejantes a Cristo y estar maduros para el cielo. Tales son los deseos de la gracia y no de la naturaleza, los deseos del justo y no del hombre natural. Mas Dios no escatima su gracia en estas cosas, antes la da en abundancia.
"Pon asimismo tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón". ¡Alma mía, pide hoy sin temor!
Hoy es día para revisar mi corazón y estar seguro de que mis deseos se acoplan a los deseos de Dios.
Señor, no pido vanidad ni riqueza, sino que anhelo que mis deseos se ajusten a tu voluntad. Amén.
El Señor Me Dará Lo Que Necesito
Él, que no escatimó ni a su propio Hijo sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? Romanos 8:32
Si bien no tenemos aquí una promesa formal, sin embargo realmente lo es, y más que una promesa, es un conglomerado de promesas: rubíes, esmeraldas y diamantes engarzados en relicario de oro. La pregunta y respuesta de nuestro texto en manera alguna pueden causar ansiedad en nuestro corazón.
¿Qué cosa podrá negarnos el Señor después de habernos dado a su propio Hijo? Si tenemos necesidad de las cosas que hay en el cielo y en la tierra, ciertamente nos las dará, porque si hubiese habido límite en los dones de su amor no habría entregado a su hijo unigénito.
¿De qué estoy necesitado en este momento? Sólo me queda pedírselo. Puedo hacerlo en reiteradas instancias, mas no como si tuviera que arrancar por la fuerza de la mano del Señor un don que se da de mala gana. Dios lo concede gratuitamente. Por su propia voluntad nos dio a su propio Hijo.
A buen seguro que a nadie se le hubiera ocurrido pedirle semejante don. Sería presuntuoso exigírselo. Él nos ha dado espontánea y libremente a su Hijo amado, y siendo así, ¿puedes, alma mía, desconfiar de que tu Padre celestial te conceda todas las cosas?
Si la fuerza fuera necesaria, tu pobre oración sería nula ante su omnipotencia; empero su amor, a manera de manantial, brota de su corazón y es sobreabundante para satisfacer todas tus necesidades.
Hoy estoy seguro de que no estoy desamparado, sino que el Eterno está a mi lado para fortalecerme y no negarme su bondad y amor.
Señor, Gracias por darme lo más preciado del mundo y la eternidad. Tu amado hijo. Gracias Señor, hoy sé que aunque tenga necesidades…ninguna de ellas estará desatendida por tu amor y misericordia. Amén.
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