El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.” "Lo que te falta es concentración" (le decía el manzano). Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es?
Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?
Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un buén día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra.
Yo te daré la solución.
No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas.
Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.
Y dicho esto, el búho desapareció.
¿Mi voz interior…?
¿Ser yo mismo…?
¿Conocerme…?
Se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió.
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal.
Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso.
Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje…
Tienes una misión, "cúmplela".
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Y tú…..¿dejas crecer el roble que hay en ti?
En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.
No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.
Dios nos creó con un propósito acorde a su perfecto orden y voluntad. Dios tiene un plan maravilloso para nosotros.
Cumplamos pues con nuestro deber cristiano y no nos ocupemos de lo que piensen o digan los demás.
Sólo Dios tiene la potestad de juzgar.
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