martes, 19 de junio de 2012

Disfrutaré de mi divino vecino-vídeo


 
Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, pues cercano está tu nombre; los hombres declaran tus maravillas. Salmo 75:1
Dios…nuestro vecino cercano.
David supo la diferencia entre estar agradecido por los presentes y estar agradecidos por la presencia.
El salmo 75:1 es la expresión de gozo por la gratitud de tener a Dios como su vecino, aquel vecino que está muy cerca a nosotros.
La palabra hebrea que usa David para cercano es "garov". Es la misma palabra usada en Exodo 12:4 donde dice: ““Mas si la casa es muy pequeña para un cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de personas”. Esta palabra describe la casa del vecino más cercano. “Gracias, Dios, por ser mi vecino más cercano” .
¿Cuán cerca está Dios de ti?
¿Está Él en el jardín cuando tú cortas el césped en tu jardín?
¿Está Él lavando el coche cuando tú estacionas el tuyo después de un día de duro trabajo?
¿Toca Él tu puerta para llevarte un pastel de manzana o para invitarte a la cena en la noche con Él?
¿Es Él el vecino a quién tú le pides que vigile tu casa mientras estás de viaje?
¿Es a Él a quién le pides que guarde el correo cuando llega?
Si estas imágenes te parecen un poco sorpresivas, puede ser que pienses que Dios está muy distante. El Dios de David es el Dios que vive en vecindad, Aquel quien está tan cerca para celebraciones o para consolaciones.
Yahew, El Dios cuyo nombre está cercano a nosotros, es el Dios que habita en comunidad y a Él le gusta estar allí en el vecindario.
Con cuanta frecuencia vivimos con Dios pero en la distancia. Él una vez está tan cerca de nosotros, presente en nuestras rutinas diarias, un buen amigo, pero, un día comprendemos que nosotros nos mudamos.
Dios sigue allí, en el mismo vecindario, porque Él ama la comunidad, Él es el mejor de todos los vecinos. Pero, nosotros un día vimos el resplandor de la ciudad vecina, los centros comerciales provocativos, la tentación de lo que es “grande y mejor”, y nos mudamos, dejamos la quietud y la gentileza del vecindario y terminamos alimentando cerdos.
Dios está todavía en la tierra que dejamos. Él aún cuida su jardín y le da crecimiento a las bellas flores, limpia la acera y descansa en la hamaca de sus nubes. Él sabe que nosotros regresaremos, cuando estemos cansados y desgastados.
Nosotros llegaremos a nuestra antigua casa y Él nos saludará como siempre lo hace con sus vecinos, entonces y sólo entonces diremos como David: “Dios, estoy feliz de que Tú estás cerca. Tú eres el mejor vecino que alguien podría tener, ¿por qué no lo pensé antes de mudarme?”
Señor, Estoy acá este día agradecido de tu cercanía y de tu presencia. No dejes que me vaya otra vez de tu lado. Te amo con todo mi ser y disfruto hoy de tu presencia. Gracias, mi amado Dios.

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