Dentro de la experiencia psicológica, Jesús conocía y tenía muy claro lo complejo que puede ser controlar nuestras emociones. Pero dominarlas es completamente posible. Como investigadora de la conducta humana, me he dado cuenta de que las personas se sienten frustradas con la falsa idea de que las emociones les dominan y que no tienen ningún control sobre éstas.
Todos pasamos por situaciones en la vida que nos conducen a estar bajo los mantos de la tristeza y la inseguridad. No existe persona alguna que, cuando llegan las experiencias de dolor, traición y pérdidas, no sienta desolación y angustia. Jesús, en su experiencia humana, también lo vivió.
Hay quienes, mostrando dificultad para socavar en el interior, ponen barreras y encierran los asuntos emocionales en un baúl. Esos asuntos quedan encerrados, pero no resueltos. Existen las personas que lloran hacia adentro y no hacia afuera, pero mientras no resuelvan dar una conclusión saludable a las experiencias de dolor, éstas quedarán ahí y saldrán de alguna manera. Lo complejo de esto es que pueden salir con una depresión, dado que muchas depresiones son el resultado de tristezas acumuladas que fueron reprimidas.
De otra forma, las personas que logran superar las limitaciones psicológicas son más saludables, se les ve más hermosas, emprendedoras, inteligentes y, sobre todo... felices. Quienes se aferran a la filosofía de que la vida es bella y que, por encima de las dificultades que se presenten, vale la pena vivirla, se convierten en agentes transformadores de su realidad y viven de una manera plena.
Nuestro amado Señor Jesús, sin lugar a dudas, fue un luchador y combatiente de la tristeza. Psicológicamente hablando, todos los días se le presentaban situaciones complejas que eran, supuestamente, para que viviera en una depresión constante. Era perseguido, criticado, tentado, traicionado y probado. Sin embargo, controló sus emociones con una personalidad equilibrada. Y no solo para Él, sino que también lo promovía en los demás.
Esto lo vemos claramente en el momento en que Jesús estaba próximo a morir, y los discípulos estaban a punto de tener la gran pérdida de su Maestro. Jesús debió haber estado sufriendo dentro de sus procesos emocionales, porque iba a partir y sabía que se enfrentaría a un enorme martirio físico y psicológico. Sin embargo, buscó producir alegría en un momento de tristeza. En medio de su oración habló de felicidad. Él dijo: “…para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos” (Juan 17:13). ¿Cómo puede alguien hablar de alegría cuando está tan cerca de la ejecución? ¿Cómo puede alguien hablar de placer emocional cuando se ha conspirado tan injustamente en su contra? Lo hizo así porque esta gran lección no solo era para los discípulos, sino también para ti y para mí. Por encima de cualquier situación, podemos abrazarnos esencialmente a la actitud de hablar de gozo.
Jesús sabía que después del proceso tan doloroso que estaba próximo a vivir, vendría una victoria que no tendría final. Sabía lo que el Padre haría. Por eso, querido amigo, si en estos momentos estás pasando una prueba y estás sufriendo, evalúa dentro de la tristeza, ¿qué es lo que no estás creyendo que Dios pueda hacer? Recuerda que nada es difícil para Dios, y que no existe ni existirá la montaña que no pueda ser movida con su poder.