lunes, 29 de febrero de 2016

Lo íntimo del corazón

1 Pedro 3:4 habla de “lo íntimo del corazón”, lo cual se refiere a que la persona real está oculta bajo su apariencia. Cuando nos relacionamos los unos con los otros, debemos esforzarnos por conocer quiénes son realmente los otros, su interior, y no hacer juicios rápidos contra ellos o juzgar según su apariencia. Cuando no nos esforzamos por conocer “lo íntimo del corazón”, nos equivocamos de una de estas dos maneras: 1) aprobamos a alguien porque parece ser lo que no es; o 2) desaprobamos a alguien por su apariencia o por sus acciones, cuando realmente en su interior, ese individuo es una persona maravillosa.
Todos tenemos nuestras pequeñas rarezas o ciertas acciones, comportamientos y maneras que otras personas no comprenden fácilmente. Dios mismo no juzga por las apariencias, y debemos seguir su ejemplo (1 Samuel 16:7).
David jamás hubiera sido elegido por el hombre para ser rey, pero Dios miraba su corazón. Hasta su propia familia lo hacía de menos. ¡Ni siquiera lo habían incluido en el proceso de selección (1 Samuel 19:1-13)! Pero el Señor vio el corazón de David, el corazón de un pastor. Dios vio a un adorador, a alguien con un corazón conforme al suyo, alguien que era maleable y amoldable en sus manos. Esas son las cualidades que busca en nosotros.
Suelo pensar en las geodas, rocas rústicas, de fea apariencia, que parecen horrorosas en su exterior pero son absolutamente espléndidas en su interior. Algunas son interiormente, verdaderas piedras preciosas, pero su exterior es rugoso y terriblemente falto de atractivo.

Mis Huellas Sucias

“El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies - le contestó Jesús -; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.” Juan 13.10
Cuando estaba en la Universidad pasé un tiempo trabajando de voluntario en una iglesia en Hawai. Un día habíamos estado caminando en una zona en la que el suelo era barro rojizo oscuro.
No presté atención a lo sucios que se pusieron mis pies. De forma que cuando llegué a la casa de un amigo no dudé en quitarme las sandalias antes de entrar. Pero después de diez pasos me di cuenta que estaba dejando huellas rojas detrás de mí.
¡Vaya! No me había dado cuenta de lo verdaderamente sucio que estaba, pero en ese momento era visible ante todos la suciedad que tenía. Fui, me lavé y regresé a la casa.
La interacción que se dio en este versículo fue algo interesante. Jesús estaba lavando los pies de sus discípulos y a Pedro le estaba incomodando. Primero, no quería que Jesús lavara sus pies y dijo, “¡no solo los pies sino también las manos y la cabeza! Luego Jesús respondió con la declaración mencionada.

¿Quién es Dios? ¿Qué es Dios? ¿Cómo podemos conocer a Dios?

¿Quién es Dios? – El Hecho
El hecho de la existencia de Dios es ciertamente destacable, tanto a través de la creación como a través de la conciencia del hombre, al que la Biblia llama “necio” siendo ateo (Salmo 14:1). De acuerdo a esto, la Biblia nunca intenta probar la existencia de Dios; más bien, asume Su existencia desde el mismo inicio (Génesis 1:1). Lo que la Biblia hace es revelar la naturaleza, el carácter, y la obra de Dios.


¿Quién es Dios? – La Definición
Es de suma importancia entender correctamente a Dios, porque una falsa idea acerca de Dios es idolatría. En el Salmo 50:21, Dios reprueba al hombre impío con esta acusación: “Pensabas que de cierto sería yo como tú”. Para empezar, una buena manera de resumir la definición de lo que es Dios es “el Ser Supremo, el Creador y Gobernador de todo lo que hay, el Auto-existente que es perfecto en poder, bondad y sabiduría.” 

¿Quién es Dios? – Su Naturaleza
Sabemos que ciertas cosas acerca de Dios son verdad por una razón; por Su misericordia, Él ha condescendido en revelarnos algunas de Sus cualidades. Dios es espíritu, por naturaleza intangible (Juan 4:24). Dios es Uno, pero existe en tres Personas – Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo (Mateo 3:16-17). Dios es infinito (1 Timoteo 1:17), incomparable (2 Samuel 7:22), e inmutable (Malaquías 3:6). Dios existe en todas partes (Salmo 139:7-12), sabe todas las cosas (Mateo 11:21), y tiene todo el poder y la autoridad (Efesios 1Apocalipsis 19:6).

Deja que Dios derribe de una vez por todas a tu Jericó

Los muros de Jericó eran inmensos. Rodeaban a la ciudad como una armadura, dos círculos de piedra concéntricos que se elevaban un total de 12.19 metros sobre el nivel del suelo. Impenetrable.
Los habitantes de Jericó eran feroces y crueles. Resistían todos los asedios y rechazaban a todos los invasores. Eran culpables de sacrificar niños. ¡Hasta quemaban a sus propios hijos en sus altares! (Deuteronomio 12.31). Eran como la Gestapo en versión de la Edad de Bronce, tiranos despiadados en los valles de Canaán.
Hasta el día en que Josué apareció. Hasta el día en que su ejército se puso en marcha. Hasta el día en que los ladrillos se agrietaron y las peñas se rompieron. Hasta el día en el que todo tembló… las piedras de los muros, las rodillas del rey y las muelas de los soldados. El fuerte impenetrable se topó con la fuerza imparable. La poderosa Jericó se desmoronó.