martes, 19 de mayo de 2015

Los orgullosos acaban mal

Es triste no reconocer nuestros errores cuando dejados llevar por nuestro orgullo, batallamos en contra de todos y hasta en contra de Dios por defender nuestros ideales egoístas. Ideales con los que, al fin y al cabo, solo pretendemos beneficiarnos a nosotros mismos y nos olvidamos de lo que Dios quiere realmente.
orgulloEl orgullo es una de las causas más comunes por la cual el ser humano llega a tocar fondo, ya que este sentimiento no permite que te puedan hacer ver lo que realmente está pasando, y solo se ve lo que uno quiere ver.
La Biblia dice:
“El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída.” Proverbios 16:18 (NTV)
A través de la historia hemos sido testigos de cómo una persona orgullosa nunca sale triunfante, siempre termina mal. Porque el orgullo va en contra de lo que Dios quiere de nosotros; el mismo Señor Jesús nos invitó a aprender de Él a través de la mansedumbre y humildad que es totalmente lo contrario al orgullo, lo que quiere decir entonces, que la voluntad de Dios es que seamos mansos y humildes; una persona orgullosa jamás podrá agradar a Dios.
¿Qué es lo que el orgullo no te deja reconocer?
Hay personas que saben que van rumbo a la destrucción, pero su orgullo no les permite reconocerlo. Esta clase de personas tarde o temprano terminarán mal, si no se arrepienten y ceden a su orgullo, siendo humildes en reconocer sus faltas.

La última oración

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Mateo 5:44-45
Inline image 1Al final de la segunda guerra mundial, un cristiano atravesaba en bicicleta una zona ocupada en la región de Argenton, Sur-Creuse (Francia), para reunirse con su familia, y al pasar por un pueblo, el ejército alemán lo detuvo. Allí, un soldado alemán había sido abatido la noche anterior, y el ejército ocupante había decidido tomar represalias: las primeras diez personas que fueron halladas en el pueblo, tuvieron que ponerse en fila, contra el muro, frente a un pelotón de ejecución. Y entre esas personas se hallaba este creyente, quien pasaba por allí en esos momentos.
Pidió que se le permitiese orar antes de la ejecución, cosa que le fue concedida. El oficial alemán pidió que le tradujesen la oración.
El creyente oró en voz alta por las víctimas que iban a perder la vida, por los soldados que iban a ejecutar la orden y por el oficial que daría la misma. Cuando el creyente terminó su oración, el oficial ordenó al pelotón bajar las armas y abandonar ese lugar.
No sabemos si los que se beneficiaron con esta intercesión se acercaron a Dios. ¿Fue esta escena una oportunidad para que conociesen la salvación de Dios ofrecida a todos los hombres?
“Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).

El soldado en la trinchera

Durante la Primera Guerra Mundial, específicamente en Francia, un grupo de soldados defendía la posición metidos en una trinchera, hasta que el enemigo comenzó un fuerte ataque. 
Los disparos de ametralladora, y un sinnúmero de explosivos, convirtieron la situación en muy dramática. Un soldado, que respondía al nombre de Beto, fue mortalmente herido, y dos de sus compañeros lo asistieron para que estuviera lo más cómodo posible. 
En eso estaban, cuando el herido preguntó a uno de ellos, -¿me puedes decir el camino al cielo?; perturbado, el soldado dijo, -no, no tengo ni idea de cuál es el camino al cielo pero lo voy a averiguar. Anduvo de allá para acá y nadie le pudo dar respuesta a su pregunta, hasta que llegó a uno que sí sabía, -no puedo llegar hasta tu compañero herido, pero toma este pequeño libro y lee este pasaje, ese es el camino al cielo. El soldado rápidamente corrió entre las trincheras, hasta llegar donde estaba el moribundo, -ahora puedes saber cuál es el camino al cielo, dijo a su oído, 
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, Juan 3:16, leyó. Al rato, Beto, mientras la vida se le iba, no dejaba de pronunciar, “todo aquel”, “todo aquel".

Cristal y lágrimas

¿Sería esta semana, el mes en que estamos o los días nublados?, no lo sé, pero el caso es que estos días he andado especialmente llorona. Con más o menos razón, pero he llorado. Y he llorado bastante. Cuando ya me sentía casi ridícula por hacerlo tanto, a través de la lectura de un libro llegó a mí un alentador mensaje.
Cristal y lágrimasUna vez escuché que nuestras lágrimas eran el lenguaje del amor. Lenguaje con el cual lográbamos comunicarnos con Dios, y esto me alentó lo suficiente como para entender que es Él quien enjuaga mi rostro y seca mis lagrimones. Entendí que, a través de este “lenguaje”, me conectaba profundamente, con quien me había regalado la posibilidad de expresar mis penas, mis alegrías, mis triunfos y mis derrotas. Era mi forma de conversar con Cristo y mostrarle cómo me sentía.
A esta idea, ahora se suma aquella que, comentaba, descubrí en un libro: las lágrimas son el cristal de la esperanza. Si eres llorón o llorona como yo, te darás cuenta que después del llanto viene una sensación liberadora...incomparable. Es como si a través de cada lágrima que cayó, se fuera un poco de la pena o angustia que la produjo ¡Es una sensación de libertad! Y además de ser una experiencia liberadora, también es esperanzadora. Siempre que terminamos de llorar, el problema o lo que causó ese llanto es muy probable que continúe allí, pero lo distinto es la visión que ahora tenemos. Es muy probable que el mero hecho de exteriorizarlo a través del llanto, haga que se sienta que “ya no está tan dentro” sino que está empezando a “asomarse”, como la punta de un iceberg en medio del océano.

Dios lo sabe…

Cuando estás cansado y desanimado tras esfuerzos infructuosos,
Dios sabe lo duro que lo has intentado.

Cuando has llorado durante mucho tiempo y tu corazón está angustiado,
Dios ha contado tus lágrimas.

Si sientes que tu vida está estancada y que el tiempo está pasando de largo,
Dios te está esperando.

Cuando te sientes solo y los amigos están tan ocupados que ni siquiera pueden llamarte por teléfono, 
Dios está a tu lado.

Cuando piensas que lo has intentado todo y no sabes qué dirección tomar,
Dios tiene una solución.

Cuando nada tiene sentido y estás confundido o frustrado,
Dios tiene la respuesta.

Si de repente tu futuro se ve brillante y encuentras trazos de esperanza,
Dios te lo ha susurrado.

Cuando las cosas van bien y tienes mucho por lo que estar agradecido,
Dios te ha bendecido.

Cuando algo gozoso te pasa y estás lleno de agradecimiento,
Dios te ha sonreído.

Cuando tienes un propósito en la vida y un sueño que seguir,
Dios ha abierto tus ojos y te ha llamado por tu nombre.

Recuerda que donde quiera que vayas o ante cualquier cosa que afrontes,
DIOS LO SABE.

Dios todo lo sabe y está a tu lado para sostenerte siempre. Dale gracias a Dios por todo y en todo y recuerda que Él está en control de todo.
¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón. Salmo 44:21

Dios, tú conoces mi insensatez, Y mis pecados no te son ocultos. Salmo 69:5

Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. Lucas 16:15