En las manos del Señor, una escoba tiene el mismo valor que un ordenador.
Hace un tiempo cruzó por mi cabeza la idea de que el ministerio que me toca ejercer es el mejor de todos, pero pronto recordé las palabras dichas a la prensa por un joven y conocido cantante secular: “Dios me ha dado una voz privilegiada…”
Leí y releí, una y otra vez, la expresión, sin encontrar el verdadero sentido que se escondía entre las palabras. Es cierto que el joven del que hablo posee una voz privilegiada, pero ¿estaba teniendo una actitud de humildad y sincero agradecimiento, o era una expresión de arrogancia y soberbia la que se escondía tras la palabra "Dios"? En el contexto general de la mayoría de las actitudes de este joven cantante, encajaba en él más la soberbia que la humildad.
Fue entonces, y sólo entonces, cuando caí en la cuenta de mi error al creer que mi ministerio es el mejor de todos… pues mi actitud, aunque no revelada a la prensa, era más o menos la misma: “Dios me ha dado un ministerio privilegiado”.