La luz encuentra en las buenas obras su resplandor más pleno.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Mateo 5:13-20
Sobre la identidad del cristiano, Cristo nos enseña: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." La frase nos da una interesante pista, acerca de la forma en que podemos dejar que esta luz brille delante de los hombres. Una parte esencial de nuestro llamado es dedicarnos a las buenas obras. El mensaje conjunto de las Escrituras respecto a este tema es abrumador.
Considere algunos de los siguientes pasajes: -Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2.10),
-Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras. (Tito 2.7),
-quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tito 2.14),
-Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. (Tito 3.8).
Considere algunos de los siguientes pasajes: -Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2.10),
-Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras. (Tito 2.7),
-quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tito 2.14),
-Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. (Tito 3.8).
El discípulo debe estar ocupado en las buenas obras que Dios ha preparado para él.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10.24).
Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1 Pedro 2.12)
La totalidad de estos pasajes, y muchos otros, señalan que el discípulo debe estar ocupado en las buenas obras que Dios ha preparado para él. Estas buenas obras serán tan diversas como las que tuvo el ministerio de Jesucristo en la tierra. Lo importante no es la manera específica en que se llevan a cabo estas obras, sino entender que son la manifestación de un deseo profundo de bendecir a los que están a nuestro alrededor, de hacerles bien, porque a nosotros se nos ha hecho bien. No existe en esta actitud, el deseo de "enganchar" a las personas para nuestro grupo, ni de convertirlos a nuestra religión. Más bien es el anhelo de revelar que seguimos a un Dios cuyo deleite es bendecir.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10.24).
Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1 Pedro 2.12)
La totalidad de estos pasajes, y muchos otros, señalan que el discípulo debe estar ocupado en las buenas obras que Dios ha preparado para él. Estas buenas obras serán tan diversas como las que tuvo el ministerio de Jesucristo en la tierra. Lo importante no es la manera específica en que se llevan a cabo estas obras, sino entender que son la manifestación de un deseo profundo de bendecir a los que están a nuestro alrededor, de hacerles bien, porque a nosotros se nos ha hecho bien. No existe en esta actitud, el deseo de "enganchar" a las personas para nuestro grupo, ni de convertirlos a nuestra religión. Más bien es el anhelo de revelar que seguimos a un Dios cuyo deleite es bendecir.
Indudablemente, estas obras señalarán que pertenecemos a otro reino. Las buenas acciones no existen para que la luz se vea reflejada en ellas, sino al revés, la misma presencia de la luz revela el origen divino de las buenas obras que realizamos. Es decir, la luz no tiene que convocar a una reunión para explicar a los demás que ella es luz. La luz encuentra en las buenas obras su resplandor más pleno. Debemos notar, además, que las obras espirituales llevarán a las personas a glorificar al Dios que está detrás de esas obras, del mismo modo que ocurrió en el ministerio del Cristo.
Señor, abre nuestros ojos para ver las obras que Tú has preparado de antemano para que andemos en ellas. Qué en el día de tu regreso nos puedas encontrar plenamente ocupados en hacer el bien a todos los que están a nuestro alrededor, para que los hombres glorifiquen solamente tu nombre. Amén.
Señor, abre nuestros ojos para ver las obras que Tú has preparado de antemano para que andemos en ellas. Qué en el día de tu regreso nos puedas encontrar plenamente ocupados en hacer el bien a todos los que están a nuestro alrededor, para que los hombres glorifiquen solamente tu nombre. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario