Juan 1:9-13
La vida verdadera está personificada en Cristo. Su vida es la luz de todo el mundo; la verdad, el propósito y el poder de Dios están a disposición de los hombres por medio de Cristo.
Esta maravillosa luz de Cristo resplandece en un mundo malvado y pecador, dominado por Satanás. Y hemos sido alumbrados con esa luz al haber oído el evangelio, y al haberlo aceptado podemos ver la verdad claramente.
a) El Dios eterno se hizo hombre. (Filipenses 2:5-9)
La humanidad y lo divino se unieron en Cristo. Humildemente, Jesús entró en la vida y el ambiente humano con todas las limitaciones del género humano.
b) Salvos por su vida. (Romanos 5:6,8,10)
Nuestra salvación depende de la sangre y resurrección de Cristo, por medio de las cuales hemos recibido perdón y la reconciliación con Dios.
II. DEBEMOS TENER ESE MISMO SENTIR. (Filipenses 2:5-7)
a) La humildad de Cristo. (Filipenses 2;6)
Esta humildad es la que debemos tener aquellos que nos llamamos “sus seguidores”. Él nos llama a vivir con sacrificio y abnegación (renuncia-desinterés), preocupados por los demás y a velar por sus intereses.
b) Tomar la forma de siervos. (Filipenses 2;7)
Despojarnos de nosotros mismos, aceptar todo por la causa de Cristo: sufrimientos, incomprensión, humillaciones, maltratos, odio, y hasta la muerte.