domingo, 16 de agosto de 2020

La avaricia

Lucas 12.15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
La avariciaEste pecado (enfermedad) consiste en el afán desmedido por adquirir y atesorar riquezas materiales, con el único objetivo de ser reconocido por la sociedad. Jesús ya lo menciona en este libro, y añade que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes, ya que eso únicamente es pasajero o temporal, que puede permanecer o incrementarse, o bien desaparecer de un momento a otro, porque toda la riqueza del hombre no consiste en ella, sino en lo que posee en su interior. 
El libro de Proverbios 28.22 bien lo dice: “Se apresura a ser rico el avaro, y no se da cuenta que le ha de venir pobreza”. Los afanes en general no llevan a ningún lado, ya que se apuesta muchas veces a ganar y en la mayoría de los casos se pierde; este tipo de “vida” es en suma demasiado estresante, ya que la persona tiene la mente y la mirada puestas solamente en ver la forma de incrementar los bienes que posee (su entorno no cuenta, o no tiene ninguna importancia ya que su mente se encuentra embotada en su obsesión), porque si no lo logra puede producir en él una frustración, que puede provocar una crisis en su estado emocional y en su organismo en general, que en su gran mayoría conllevan a la muerte. Aunque es bien cierto que todos en la vida anhelamos llevar una vida cómoda, segura, y que procuramos darles a nuestros hijos lo mejor (sobre todo si se proviene de una familia humilde, con carencias, donde se hubo de sacrificar muchas cosas para lograr una meta o sueño), para que no tengan que pasar por todas las vicisitudes por las cuales pasamos; sin embargo, esto no significa que se tenga que vivir inmerso en este deseo malsano de la avaricia, intentando a toda costa poseer cada día más y más, dejando de lado todo (incluyendo a la familia), perdiéndose lo mejor que Dios nos ha dado… ¡el gusto por vivir, hermano! 
Cada momento, cada instante, cada segundo disfrutando de todas las cosas bellas que nuestro Dios ha hecho para nosotros. De qué sirve poseer tantas riquezas si no se sabe disfrutarlas, para qué tanto almacenar si al final… nada, absolutamente nada te habrás de llevar, porque es necesario ser consciente de que un día llegará tu fin; y sabes ¿qué es lo peor de todo esto?: Que todo aquello que acumulaste, que no quisiste compartir con los tuyos, o que no disfrutaste, un día los tuyos habrán de poseerlo y entonces disfrutarán a manos llenas hasta acabar con todo lo que dejaste. ¿Por qué? Porque en tu enfermedad (avaricia), o ceguera no supiste compartir los momentos de calidad con los tuyos; seguro que ellos querrían cambiar todo el dinero y las comodidades por un tiempo compartido, por tu atención, y sobre todo por una caricia llena de amor… Recuerda que la biblia dice en Gálatas 6.7 todo lo que el hombre sembrare, eso también cosechará”. 
Te diré lo siguiente: la verdadera riqueza del hombre no se encuentra en su cuenta bancaria, o en sus bienes materiales… La verdadera riqueza se encuentra en su interior (su alma y su espíritu), ya que a través de ellos podrá vivir tranquilamente, confiando en que todo tiene solución y disfrutando de todo y de todos los que lo rodean; sin dar la mayor importancia a las cosas o circunstancias que se presenten a lo largo de su vida, porque al final llegará la victoria.
La palabra de Dios nos dice “Que de nuestro interior correrán ríos de agua viva”, lo que hará florecer en nosotros una maravillosa planta, única, con un color excepcional y un brillo esplendoroso, cuyo simple nombre nos hace recobrar ánimo y fortaleza. ¿Cómo se llama? Su nombre es ESPERANZA; sí mi hermano, la misma esperanza que posee un niño de que un día todo cambiará, de que las cosas serán mejores; la esperanza que tiene un hombre de campo de que el fruto de su trabajo un día producirá una excelente cosecha; la esperanza de una madre que se encuentra en estado de gestación de que llegará el día en que conocerá al hijo que lleva en sus entrañas… ¡LA ESPERANZA!
Es la misma que todos debemos tener en nuestro creador y consumador de la fe, en Cristo Jesús. Es el momento de dejar de vivir de manera afanosa, de correr en pos de lo material, de simplemente vivir por vivir… es el momento de darle un cambio a nuestra vida dejando de lado las riquezas materiales y enfocarnos mejor en las riquezas espirituales (del reino), para llenarnos de la paz, el gozo y la libertad que solo Él y nadie más que Él nos puede proporcionar, porque mejor es vivir un día en la presencia del Señor, que mil fuera de Él.
Te invito a reflexionar acerca de la vida que llevas, a hacer un verdadero auto-análisis, y  a que con toda sinceridad te contestes si vale la pena la forma de vida que estás llevando, o bien es mejor darle un giro radical a la misma y veas con otra perspectiva la oportunidad que el Señor te está brindando HOY.

Espero, con todo mi corazón, que medites en este mensaje, y lo guardes en lo más profundo de tu corazón, que te pongas manos a la obra y veas que no hay nada más hermoso que vivir plenamente todo lo que Dios te ha regalado a través de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Amén

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