miércoles, 12 de febrero de 2020

Sus Palabras No Pasarán

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35.
Cuando recibiste a Jesucristo como tu Salvador, te convertiste en uno de Sus seguidores; esto es, sigues Sus enseñanzas y Su forma de vivir. Igualmente, como discípulo de Jesús, estás capacitado y moldeado por Sus palabras.
No podemos seguirlo literalmente, no podemos ser como las multitudes de la antigüedad que físicamente siguieron a Jesús, incluso hasta al desierto, para ser tocados y enseñados por Él. La única manera en que verdaderamente podemos seguir a Jesús en esta tierra, es siguiendo Sus instrucciones para la vida en general y Sus sugerencias específicas para nuestras vidas personales. Esto es lo que significa seguir Sus caminos; lo que Jesús quiso decir cuando dijo que Sus ovejas oyen Su voz.
Resultado de imagen de Sus Palabras No PasaránSuena relativamente fácil en ciertos aspectos, pero la mayoría de las veces, las palabras y los consejos de Jesús van exactamente en sentido contrario a lo que se nos ha enseñado. Para una persona "común", las “cosas del Espíritu de Dios son una necedad; y no las puede entender”.
Lo que Dios dice rara vez se ajusta a lo que estamos acostumbrados a pensar o a creer. Así pues, si queremos “seguir” al Señor, debemos acostumbrarnos a hacernos los sordos a nuestra antigua forma de pensar, y estar a favor de los nuevos caminos que Él nos ofrece mediante Sus palabras. Esto es lo que Jesús quiere decir cuando nos pide que nos neguemos a nosotros mismos. Dice que si queremos ir en pos de Él, ajustarnos y adaptarnos al lugar adonde va, debemos negar y contradecir las suposiciones y los patrones que han guiado nuestra vida hasta ahora.
En repetidas ocasiones el Señor dice: “Confíen en Mí, así es como realmente funcionan las cosas… Los últimos serán los primeros. Da, y terminarás teniendo más. La grandeza viene mediante el servicio".

Cuanto más escuchas al Señor, más consciente llegas a estar de la enorme contradicción que existe entre Sus palabras y las palabras que estás acostumbrado a escuchar. Es imposible escuchar a ambas. Es como tratar de oír separadamente lo que dicen al mismo tiempo dos cassetes instructivas.

Jesús continúa diciéndonos que pongamos atención a Sus palabras, no a las instrucciones que vienen de nuestro propio corazón. Por ejemplo, Él nos dice: “vuélvete y ponle también la otra mejilla”, pero nuestra reacción natural al insulto o la herida es desquitarnos. Mas la verdad es que tratar de “desquitarnos” solo añade un daño adicional a nuestra alma; nos mantiene bajo el poder del que nos ofende o lastima. Por el contrario, al volver la otra mejilla, básicamente nos liberamos a nosotros mismos del peso de ser víctimas. 

Entonces, las conclusiones a las que lleguemos acerca de qué decir, pensar, creer, o hacer en la vida se basarán, o bien en nuestros pensamientos naturales o en las palabras eternas de Dios. Y la única base segura, la que va a mantenerse en pie en las tormentas y las presiones de la vida, es la de las palabras del Señor.
Hoy sus palabras no pasarán de largo en mi vida, sino que producirán vida abundante en mí.
Señor, quiero ser obediente. Ante ti me doblego y me rindo. Amén.

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