martes, 2 de junio de 2020

Tres problemas resueltos en la cruz

TEXTO BÍBLICO: ROMANOS 3:21-26

Si este día le preguntaran cuáles son los tres principales problemas que quisiera resolver en su vida, ¿qué respondería? 
Seguramente muchos dirían: El problema de la pandemia, el problema de la crisis económica que puede venir después, el problema de haberme quedado sin trabajo en este período, el problema de las deudas acumuladas en esta época, etc. 
Todos tienen problemas para resolver y por esta razón queremos ...
Ciertamente esos son problemas reales e importantes de resolver, pero son problemas terrenales, problemas que podemos resolverlos de alguna manera nosotros mismos como seres humanos. 

Pero hay otros problemas que nosotros como seres humanos, no tenemos forma de resolverlos. Son problemas que tienen que ver con la eternidad, que tienen que ver con nuestra salvación o nuestra condenación eterna, es decir, no son problemas terrenales sino espirituales. 
Esos problemas fueron resueltos hace más de dos mil años en un lugar llamado El Calvario, el lugar de la Calavera, allá en Jerusalén, en ese lugar en el cual el hijo de Dios murió en una cruz, cargando con los pecados de la humanidad para poder darnos salvación y vida eterna; en ese lugar en el cual sus últimas palabras fueron: ¡Consumado es! 

Para nosotros hoy, esas palabras significan: PROBLEMA RESUELTO, la deuda está pagada, la cuenta está cancelada. Pero, ¿cuáles son esos problemas reales que fueron resueltos en la cruz? 
a) Nuestra culpabilidad a causa del pecado. No podíamos justificarnos ante Dios, el juez justo. 
b) Nuestra esclavitud del pecado; éramos esclavos del pecado, no podíamos liberarnos por nosotros mismos. 
c) La ira de de Dios. Por nuestra culpabilidad a causa del pecado en nuestra vida, somos merecedores únicamente de la ira de Dios. Veamos de qué manera nuestro Señor Jesucristo resolvió esos tres problemas imposibles de resolver por nosotros mismos, en la cruz del calvario. 

Primeramente el texto nos declara que aparte de la ley, por medio de Jesús se hace manifiesta la justicia de Dios (verso 21), 
La ley no podía ni puede resolver ninguno de esos problemas en la vida de nosotros, los seres humanos. La ley únicamente nos muestra que somos pecadores, pero no puede limpiar nuestro pecado. La ley nos demuestra que somos culpables ante Dios, pero no puede justificarnos; la ley nos muestra cuán esclavizada al pecado está nuestra vida pero no puede liberarnos, la ley nos hace comprender que somos merecedores de la ira de Dios por nuestra culpabilidad, pero no puede liberarnos de ella. 

Segundo, el texto nos muestra nuestra condición espiritual delante de Dios (por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios - verso 23). Todos estamos destituidos de la gloria de Dios pues todos somos pecadores, culpables y merecedores del juicio y la ira de Dios. 
No hay nadie que pueda cumplir con los requisitos de la justicia de Dios, no hay nadie que sea lo suficientemente bueno como para merecer la salvación. Quizás alguien en el mundo pudiera pensar que es bueno, que no es tan pecador como los demás,... y para eso usamos el siguiente ejemplo: Si a alguien que dice que es buen nadador, que es mucho mejor que otros, le preguntáramos ¿Puedes irte nadando de América a Australia? Seguramente la respuesta sería NO; luego entonces no es tan bueno. Pues así también nosotros podemos ser buenos en comparación con otros, pero no podemos cumplir la medida de la justicia de Dios. 

Ahora veamos la manera cómo nuestro Dios por medio de Jesús, resolvió estos tres problemas: 
I) LA JUSTIFICACIÓN RESOLVIÓ EL PROBLEMA DE NUESTRA CULPABILIDAD DELANTE DE NUESTRO DIOS, EL JUEZ JUSTO (y son justificados gratuitamente por su gracia, verso 24a).
La palabra de Dios declara que todos somos pecadores, que todos hemos fallado, no hay ni siquiera un justo. Por lo tanto, todos somos culpables delante de Dios, y el veredicto que nos corresponde a causa de nuestra culpabilidad es la condenación eterna, un grave problema. 
Pero por la gracia de Dios por medio de Jesucristo somos justificados, es decir declarados justos, declarados NO CULPABLES, ya que por medio del sacrificio de Cristo, por su sangre derramada, limpió y perdonó todos nuestros pecados (Colosenses 2:13) “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados…”. Así como lo dice el texto, lo hizo gratuitamente; ya que no había forma de que nosotros pudiéramos ofrecer algo, Él por medio de su gracia, nos dio lo que no merecíamos: LA JUSTIFICACIÓN. 

II) LA REDENCIÓN RESOLVIÓ ÉL PROBLEMA DE NUESTRA ESCLAVITUD POR EL PECADO (... mediante la redención que es en Cristo Jesús. Romanos 3:24b). 
La palabra de Dios nos declara cuál es la condición del hombre pecador (Juan 8:34-35) “...Le respondieron: Linaje de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre…” 
Somos esclavos del pecado, y la única manera de poder liberar a un esclavo es pagando su precio, pagando un precio por su libertad. Pero ¿quién podría pagar nuestro precio siendo tan alto? Ese precio se llamaba rescate, y nuestro Señor Jesucristo pagó el precio de nuestro rescate. Eso se llama REDENCIÓN, pagar el precio, y ese precio fue pagado por Cristo con su sangre preciosa (Hebreos 9:12) “...y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención..” Ahora ni el pecado, ni satanás puede reclamarnos como esclavos suyos, pues por medio de la sangre de Cristo nuestro precio ya fue pagado, ya no somos esclavos, hoy somos hijos de Dios. 

III) LA PROPICIACIÓN RESOLVIÓ EL PROBLEMA DE LA IRA DE DIOS SOBRE NUESTRA VIDA (Romanos 3:25-26). 
Dios es juez justo y manifiesta su justicia derramando su juicio sobre el pecado. Él mismo estableció que la única paga por el pecado es la muerte, y el padre celestial siendo juez justo, no puede dejar de derramar su ira sobre el pecador. Por eso es maravillosa la propiciación, ya que quien recibió el castigo, quien recibió y sufrió la ira de Dios no fuimos nosotros, sino que el hijo de Dios, Jesús, fue nuestro sustituto. Dios con la cruz manifestó su justicia, derramando su ira sobre el pecado del hombre, y también manifestó su gran misericordia, proveyendo un sustituto: a su hijo Jesús. 

CONCLUSIÓN: ¿ESTÁN RESUELTOS ESTOS PROBLEMAS EN TU VIDA?


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