“Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos y él lo sabe todo.”
1 Juan 3.20
Culpa. Un tema que para nosotros, surge y resurge una y otra vez. Siempre que hablamos con gente sobre permitir que Dios sane su pasado, de alguna u otra manera, terminamos insinuando la culpa con la que viven por las cosas que hicieron en el pasado. La culpa es una realidad en varios sentidos.
¿El problema con todo esto? Es fácil que tu sentimiento de culpa nuble la manera en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea. Se convierte en la lente por medio de la cual nos vemos a nosotros mismos. Y cuando nos vemos de esta manera, llegamos a la conclusión de que los demás nos ven igual, o por lo menos que pueden sentir nuestra culpabilidad.
Por fuera puede que parezcamos ser seguros de nosotros mismos, dotados, exitosos, talentosos, etc., pero por dentro estamos colgando de un hilo. Puede que nos presentemos de manera que la gente no pueda ver nuestro sentimiento, pero el sentimiento sigue vivo dentro de nosotros.
Esto se extrapola fácilmente a nuestra relación con Dios. Él no puede ser engañado por nuestra fachada exterior. No se distrae con nuestros logros o bienes materiales. Él ve lo que hay en nuestro interior. Ve la culpa y la vergüenza. Veamos entonces el versículo mencionado, “Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos…”
El hecho es que todos somos culpables, pero no tenemos por qué ser dominados por ese sentimiento. Dios es más grande que nuestros sentimientos. Él es capaz de tratar con los sentimientos que pueden habernos tenido atrapados. Es capaz de sanar esos sentimientos, capaz de cambiar nuestra perspectiva y empujarnos a avanzar hacia una vida saludable y efectiva.
¿Con qué culpa has estado viviendo? ¿Cómo te has estado viendo a ti mismo?
Lleva tus sentimientos de culpa a Dios y pregúntale cómo te ve. La respuesta es perdonado. Siempre ha sido perdonado.
No permitas que los sentimientos de culpa te condenen a vivir una vida sin amor. Dios es más grande que tus sentimientos y puede ayudarte a dar y recibir amor de nuevo.
No permitas que los sentimientos de culpa te condenen a vivir una vida sin amor. Dios es más grande que tus sentimientos y puede ayudarte a dar y recibir amor de nuevo.
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