sábado, 7 de marzo de 2020

Me hizo sacar del pozo de la desesperación

Cuando nos caemos en un pozo, fundamentalmente depresivo, que puede ser por la misma depresión, por agotamiento físico, por dolor, por enfermedad, por abatimiento emocional, etc, es cuando más nos abrazamos a Dios, en una búsqueda diferente a todas las que hasta el momento veníamos teniendo. Soltamos aquellas cosas que nos parecían “muy importantes” y nos inclinamos a vivir de una forma más sencilla, porque ya no tenemos las fuerzas ni el ánimo que poco tiempo atrás teníamos. Ahora las cosas son diferentes, necesitamos la ayuda de otras personas.
El Salmo 40.1 y 2 dice: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso”.
Vemos que dice “y me hizo sacar”. Alguien sin duda tiene que venir en nuestra ayuda, de lo contrario nos quedaremos allí para siempre. Cuando nos encontremos bajo esas circunstancias nos vamos a encontrar con diferentes tipos de personas, quienes nos dirán:
“Me identifico con tu situación”: este sería el caso de alguien que experimentó algo similar a lo que nosotros estamos pasando. Son ese tipo de personas más bien cariñosas, que tienen misericordia y siempre te van a decir algo que te consuele, nunca que te desanime.
“Es lógico que te hayas caído ahí adentro”son aquellas personas muy objetivas, que nunca se detienen a ver cuál es realmente el problema que tienes. Solamente ven el “panorama general”, que es el cuadro incompleto. Viven dando opiniones sobre tu vida, pero nunca se detienen a preguntarte por qué estás en el pozo.
“Por algo será”: estos son aquellos que piensan que seguro que algo malo hiciste, si no no estarías pasando por un momento así. Son los que tienen un espíritu fariseo, los que ven pecados por todos lados, los que ponen cargas en los demás, que ellos jamás llevan.
“Confiesa que no estás en el pozo”son aquellas personas muy optimistas, que no ven la realidad de nada, porque no les interesa lo que te pasa. Ellas te dicen: “tampoco es para tanto, ¡vamos!, que tú puedes salir sin la ayuda de nadie”.
“Las cosas van a empeorar en el pozo”: ésta es la voz de los pesimistas, no ven la salida de nada. Todo es oscuro, miran siempre para abajo, transmiten ansiedad, desesperanza y temor.
“Mereces estar en el pozo”son los que emiten un juicio sobre tu vida, no tienen piedad, son implacables en el momento de “dictar su sentencia”.
PERO UN DÍA, VINO ALGUIEN QUE NOS TOMÓ DE LA MANO Y NOS SACÓ DEL POZO.
Recordemos el caso de Lázaro, el amigo de Jesús que había muerto y hacía cuatro días que estaba en el sepulcro. Antes de ir a resucitarlo, Jesús se encuentra con Marta y María, hermanas del fallecido, quienes le cuestionan a Jesús por qué no había llegado antes que el hermano muriera. Verdaderamente tremendo fue para Jesús, escuchar a estas dos mujeres que eran amigas suyas, con un corazón lleno de incredulidad hacia Su Persona. Fue tal el dolor del Señor que lloró, no por el difunto, porque Él sabía que lo iba a resucitar, sino por la incredulidad que lo rodeó en ese momento.
¡Qué increíble es el Salvador! No solo llora por nosotros cuando pecamos por incrédulos, sino que también lo hace cuando sufrimos. Desciende a nuestra altura para compartir nuestro yugo de modo que el peso del dolor sea más ligero.
SIEMPRE QUE ESTEMOS EN EL POZO, ÉL VENDRÁ EN NUESTRA AYUDA.
“Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá”. Juan 11:25

Porque ese es nuestro Rey. Dios nunca nos dejará en la cueva sino que bajará; su voz entrará a la cueva y Él nos sacará de allí. Y podremos decir como el salmista: 

“¡Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios, Él es quien rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias!”. Salmo 103:2,4

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