viernes, 10 de enero de 2020

Humildad, la virtud de los grandes

Y aconteció que estando ellos allí, se le cumplieron a María los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2;6-7

El Rey de reyes, el Señor de señores, el único que pudo escoger las condiciones de su nacimiento, rechaza la fama, la fastuosidad de los palacios y la comodidad. En vez de eso prefiere un lugar apartado, incómodo, insalubre… Y su mensaje es fuerte y claro: No son las cosas externas ni las apariencias las que te hacen ser digno.

La humildad es una de las principales virtudes de Cristo y así lo demostró en su nacimiento, porque es la virtud de los grandes, puesto que el que se humilla será enaltecido” (Lucas 14: 11).

Resultado de imagen de Humildad, la virtud de los grandesLO ENVOLVIÓ EN PAÑALES

Jesús se somete voluntariamente a las inclemencias del tiempo, a las incomodidades de un viaje cuando su Madre estaba ya con la tarea del parto. Las decisiones de Dios no obedecen a la casualidad, así que debemos pensar que Cristo quiso nacer así.
Ninguna persona tiene la oportunidad de escoger las condiciones de su nacimiento, ni su apariencia, ni su sexo, ni su nacionalidad; absolutamente nada de eso lo puede escoger. Somos libres solo a partir de que tenemos uso de razón. Pero Cristo tomó todas esas decisiones con plena y soberana libertad.
Ciertamente, hace 2,000 años no existían los hospitales ni los hoteles de cinco estrellas. Las condiciones de vida en aquellos tiempos eran sumamente rudas y agrestes. Es decir, simplemente el hecho de nacer en ese momento histórico era muy difícil, pero Dios escogió para su hijo las condiciones más humildes y rústicas de la época.
Lo más austero que se encontró fue el egoísmo y la mezquindad humana, que no fue capaz de ceder un lugar para ellos en el mesón, para que Jesús naciera en un lugar más adecuado. Ajeno al calor humano, era suficiente el amor de sus padres terrenales y el escaso confort de unos pañales.
Su primera cuna en este mundo fue un recipiente para la comida de los animales, seguramente acondicionado con pajas y alguna manta; pero sobrecoge pensar que el Rey de reyes naciera en esas condiciones, en un establo seguramente excavado en la roca, como era la costumbre, apartados del mundo y de los reflectores del palacio. Jesús llevó la humildad al extremo. Lo más difícil es pensar que no hubo ningún otro lugar para ellos…
Pero Jesús mucho más adelante, en sus enseñanzas exhortará a los cristianos a optar por la humildad, a buscar siempre el último lugar: Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba…» (Lucas 14:10).
Nadie en ese mesón era más digno que Jesús, pero aun así escogió el último lugar y su Padre le dio el nombre sobre todo nombre: Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2: 9-11).

CONCLUSIÓN

Así pues, la lección de la Natividad no es el derroche ni los aspectos materiales, ni la falta de virtud. La auténtica Natividad es la promoción de la humildad, como la virtud favorita de Dios. Es la virtud de los grandes, porque renunciar a la soberbia requiere una gran fuerza de voluntad, renunciar a los falsos merecimientos e incluso a la falsa modestia.
Quien vive la humildad es una persona querida por Dios, y es alguien a quien Dios va a exaltar algún día y lo subirá al puesto de honor, aunque de manera inmediata quede en el último lugar. Por eso es la virtud de los grandes. Porque el día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido” (Isaías 2:12).


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