El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
Juan 6:22-27 (RV)
En cierta ocasión, un hombre propietario de unas tierras cercanas y dedicado a la siembra y cultivo, llamó por teléfono a la oficina de la iglesia, preocupado y con tono de queja, preguntando por qué razón le había venido mal la cosecha si él había pagado sus diezmos.
En la narración bíblica leemos que Jesús había realizado el portentoso milagro de alimentar a más de cinco mil personas, a partir de un “par de panes y unos peces”. Esta “multiplicación” milagrosa de alimento sació el hambre de muchas personas. Pero el propósito del Señor era más elevado y más profundo que el mero hecho de satisfacer una “necesidad física” de la gente. Poco después, estas personas comenzaron una persecución por tierra y mar para encontrar de nuevo a Cristo, siguiéndolo con un solo fin: “volver a comer pan.” Por eso Jesús los confronta con el verdadero propósito del milagro, que no consistía en que las personas pusieran toda su atención en las cosas “terrenales” y en la saciedad de sus necesidades alimenticias, sino que apuntaba a que pudieran reconocer en Jesús al Hijo de Dios, al enviado del Padre, al Mesías-salvador.
Hoy día esta misma situación se vuelve a repetir. Millares de personas se acercan a las iglesias en busca de “beneficios”, y no en busca del Salvador de su alma. Dios comprende y se conduele con las necesidades humanas, pero quiere que los hombres encuentren no el alimento “temporal”, que como dice la Biblia “perece”, sino al alimento “eterno”, que es la salvación en Cristo Jesús. Por eso la Biblia recuerda a cada persona (Mateo 6:31) No os angustiéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?…33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (RV)
Jesús criticaba a las personas que lo seguían únicamente por los beneficios físicos y temporales, en lugar de hacerlo para saciar su hambre espiritual. Muchas personas utilizan la religión para obtener prestigio, consuelo, incluso votos políticos. Pero esos motivos son egoístas. Los verdaderos creyentes siguen a Jesús porque saben que Él tiene la verdad y que su verdad es camino de vida.
Para muchos, puede que hoy el principal problema sea “el sustento diario”. Piensan en Cristo como Aquel que quizá tenga la solución a sus necesidades. Si la ropa se ha envejecido, si no tienes para darle a tus hijos todo lo que quisieras, si has pasado hambre recientemente, no desesperes… Dios lo sabe. No dejes que “el árbol” de este problema “tape el bosque” de las innumerables bendiciones que Dios tiene para tu vida. Pero el orden adecuado es Primero Dios, y las demás cosas se añaden.
Si no tenemos en cuenta este principio fundamental de la Palabra de Dios, solo lograremos una Búsqueda equivocada.
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