jueves, 24 de octubre de 2019

¿Estás disfrazado de cristiano? o ¿Qué vestido tienes?

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Mateo 23;27.


El mundo sigue sin entender el abismo que hay entre los conceptos de religión y fe cristiana.  
Sin embargo, desde el pecado original claramente se ven las diferencias de una idea y la otra. Nosotros, los pecadores, hemos caído en el error de colocar el misterio de la fe en Dios, al mismo nivel y en el mismo saco del resto de las religiones paganas.
En el huerto del Edén, después del pecado que cometieron originalmente Adán y Eva, les fueron abiertos los ojos y supieron distinguir, como si fuesen dioses, el bien del mal. Se vieron por primera vez desnudos, y se contemplaron el uno al otro con una maldad y una agudeza que antes del pecado no tenían. Entonces decidieron resolver el asunto a su manera, con sus propios esfuerzos y sus iniciativas:
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. (Génesis 3:7).
Dios está en control, y nada pasó en el paraíso que Él no conociera. Así pues, continúa con Su plan divino, y a Su manera resuelve arreglar la gran tragedia de desobediencia, orgullo, envidia y vanagloria del hombre pecador contra Su Creador… Y después de una serie de regaños y disciplinas del Señor, dicen así las Escrituras: 
el paraiso perdidoY Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. (Génesis 3:21).
No solo Dios hizo las túnicas de pieles, sino que también los vistió.

Dos verbos importantísimos con dos acciones significativas. Sin duda que las iglesias están llenas de estos dos tipos de cristianos: los que tienen un disfraz gestionado por sí mismos, y a los que se les ha dado y se les ha vestido con un traje muy elegante y divino de arriba.
Obviamente, Adán y Eva no confeccionaron algo con sus hojas de higuera porque tuvieran frío, sino porque se sentían culpables, avergonzados, sucios, atemorizados, separados y en rebeldía contra Su Hacedor. 
De manera que pensaron que con las obras de sus manos y su inteligencia, de sentirse pequeños dioses, podrían cubrir sus pecados y serían contemplados por Dios de una manera diferente; pero nadie es salvo por sus obras, por su ingenio o su iniciativa sino mediante la sangre de Cristo, provista por Dios, y dada por Él mismo.
Esta es una lección muy espiritual y celestial, dado que si Dios revela a tu alma este misterio, y atesoras en tu corazón este mensaje, dejarás de ser religioso para convertirte en una persona de fe. Esta es la gran diferencia entre la religión y la fe cristiana. Mientras la primera está refrendada por los esfuerzos humanos, la segunda es hecha y otorgada divinamente por la iniciativa del Salvador.

Adán y Eva no tuvieron la capacidad de cubrir sus pecados con las obras de sus manos y nosotros tampoco la tenemos. Nuestros delantales de hojas de higuera no sirven para nada. Nuestra propia hipocresía religiosa solo nos conducirá al mismo infierno. 
"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento." (Isaías 64:6).

Hay que reconocer, de una vez por todas, la Soberanía del Hacedor y la iniciativa de Dios, el cual descendió, se entregó, fue crucificado y vertió su sangre por nosotros, para cubrirnos de todos nuestros pecados.

hipocresia religiosaLos fariseos y los religiosos modernos siguen usando sus hojas de higuera, las cuales no cubrirán su vergüenza de ningún modo, por muy alto estilo de diseño que tenga quien las confeccione. Sus trajes, sus estribillos religiosos, sus movimientos del cuerpo y el ornamento de sus atavíos nunca podrán justificar sus almas, el alma del religioso.

La máscara es muy usada por los religiosos hipócritas, 

mas nadie podrá ocultar para siempre la miseria de un corazón pobre.


Hipócritamente podemos aparentar que estamos andando por la senda estrecha y recta de la justicia; pero por dentro andamos conduciendo por la autopista de la maldad. La mayoría de los cristianos superficiales tienen puesto el disfraz del santurrón y no ven la maldad que se anida en su corazón. Pero hay que tener discernimiento de lo alto para sentir el abrazo fingido, escuchar la frase cargada de hipocresía y observar la mirada cautelosa del religioso. Demos gracias a Dios porque Él nos lo ha dado.

Concluyendo, es la sangre del Cordero de Dios (Cristo) quien nos cubre de todo pecado. (Juan 1:29). No hay otra solución para nuestra vida pecaminosa, y no existe en el peregrinar de este mundo otra salida para el pecado que nos asedia, que aceptar el vestido que hizo Dios y con el cual Él solo puede vestirnos, porque nosotros no sabemos ni podemos. 
Debemos aceptar las vestiduras santificadas (El Sacrificio de Dios) que el Señor nos ofrece, para que podamos entrar a Su presencia sin manchas y sin arrugas, con un atuendo emblanquecido por el poder de la Sangre del Santo Hijo de Dios, quien murió en el Calvario por todas nuestras rebeliones. 
“Y esto erais algunos de vosotros; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:11).

Benditos aquellos que lucen radiantes las túnicas de La Justicia De Cristo, hechura de las manos santas del Creador, por las cuales se obtiene la abundancia de Su Gracia y la misericordia de Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

¿Tienes un disfraz puesto o te han dado un vestido de arriba?

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