Acostumbrados a querer las cosas al instante, a veces caemos en el error de pensar que Dios, por el hecho de ser todopoderoso, responde de inmediato a cualquier oración, pero una cosa que nos cuesta y que debemos entender es que las respuestas de Dios a veces toman su tiempo. Difícilmente adoptamos una actitud de confianza cuando el panorama pinta fatal, pero la desesperación ante la “falta de respuesta” de Dios es lo mismo que la falta de fe.
La vista humana es tan corta comparada con lo que Dios puede ver, que nos limita a desesperarnos y creer que Dios tarda en responder porque solo vemos lo difícil y urgente de la situación; sin embargo, esto no quiere decir que Dios no esté haciendo algo al respecto.
Entre las muchas maneras de responder de Dios está el silencio, que es tal vez la más difícil de comprender de todas las respuestas; pero no por ello deja de ser importante, lo que te permitirá entender que cuando hay silencio es porque necesitas escuchar o darte cuenta de algo.
En tu espera por una respuesta, tal vez pienses que Dios te está negando algo que tú realmente deseabas, pero cada una de las respuestas de Dios, incluido el silencio, influyen de una manera positiva en nuestra vida, pues los propósitos de Dios para nosotros son mejores que los que nosotros mismos planeamos.
Si de algo puedes estar seguro, es de que Dios responde a todas las oraciones y que Él sabe perfectamente lo que hace. Bien que la respuesta haya sido, Sí, NO, o ESPERA, el efecto de las respuestas de Dios siempre será positivo para ti. No todos los resultados son inmediatos, algunos llevan su proceso, pero todos tienen un final de bienestar para ti.
En los tres tipos de repuestas de Dios, un “SÍ” te permite avanzar, un “NO” te dice que hay algo mejor de lo que pensabas, pero un “ESPERA” quiere decir que hay algo más que hacer, que te detengas a pensar cómo suceden las cosas o qué hay que cambiar en ellas.
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