domingo, 8 de diciembre de 2019

Ganador de almas

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16;15
¿Qué significa para el creyente ganar almas? Llevar almas a los pies de Cristo para que no se pierdan, mas tengan vida eterna (Juan 3:16), ha sido y es en la actualidad, la principal prioridad de Dios. Es la razón por la cual Dios envió a su Único Hijo Jesucristo a la tierra, para buscar y salvar a los pecadores (Lucas 19:10).
Resultado de imagen de Ganador de almas
En muchas ocasiones el creyente se escuda en no tener el don de ser evangelista, y por esta razón no testifica ni gana almas. Sin embargo, todo el que es nacido de nuevo debe testificar (Mateo 24:14), ganar almas, dar fruto de un verdadero arrepentimiento, tener el mismo amor que tuvo Cristo por las almas para que no perezcan por toda la eternidad (Marcos 16:15). ¿Sabes dónde irá el alma de tus amigos, familiares, o compañeros de trabajo o escuela cuando mueran?
Para el que es nacido de nuevo y entiende el motivo por el cual fue rescatado de las tinieblas (Hechos 26:18), testificar de Jesucristo para que las almas sean ganadas para Él, es la acción que lo identifica como una persona que realmente sigue a Cristo (Mateo 10:32). Es la decisión más sabia en su vida. ¿Quién no quiere que Dios le diga “Buen siervo y fiel”? (Mateo 25:21). Hoy es el día de salvación, mañana o en los siguientes minutos puede ser demasiado tarde.

Promesa para los ganadores de almas (Salmos 126:5-6)

El ganador de almas es el Sembrador que siembra la semilla con la carga y anhelo en el corazón, de que las almas se arrepientan de sus pecados y acepten a Cristo como su Señor y Salvador. (Lucas 8:11-15). A pesar del sufrimiento que pueda haber en ocasiones para cumplir este ministerio, sepamos que Dios cumple su promesa y da fruto en Su tiempo (Isaías 55:11), (Colosenses 1:24).
En las Escrituras encontramos a Juan el Bautista, un predicador entregado a hablar del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Asimismo, Jesús urgió al pueblo de Israel para testificar que hay un verdadero Dios (Lucas 10:20), (Marcos 8:36-37), (Lucas 15:7,10).
El propósito principal del creyente es ser hacedores de la Palabra y no tan solo oidores (Santiago 1:22), y bien se dice en las Escrituras que el que gana almas es sabio (Proverbios 11:30). La respuesta para el cristiano en la actualidad, es que también somos llamados a testificar que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Solamente a través de la sangre de Cristo somos redimidos (Hebreos 9:22).
Debemos tener mucho cuidado en no delegar la responsabilidad que tenemos como creyentes en Cristo, ya que hablarles de Cristo a las personas que nos rodean no es responsabilidad solo del pastor, misioneros, maestros dominicales o evangelistas, sino que todo creyente es responsable en este ministerio, y el hecho de no proclamar o compartir el evangelio podría llamarse un crimen, al tener la medicina y no compartirla a los enfermos. Cada creyente es misionero en su entorno.

Si no tenemos ánimo por ganar almas, significa que andamos muy lejos del Señor, o lo que es lo mismo, lo negamos cada vez que nos quedamos callados. Podremos cumplir los mandamientos, pero si no llevamos fruto (Mateo 7:21) estamos siendo solo religiosos cada domingo. Compartir el evangelio con otras personas es hacerlo a diario, todos los días de la semana, y muchas personas se cruzan en nuestro camino cada día.
Cuando un creyente busca a Dios, cuando pasa tiempo con Él, cuando pide en oración ser usado en la obra de Cristo y se deja llevar por FE haciendo Su voluntad, esa persona realmente dispone su corazón para dejarse guiar por Dios (Lucas 10:2).
Por el contrario, cuando un creyente rehúsa y no quiere comprometerse para ser usado y hacer la voluntad de Dios, prefiere no leer la Biblia, no orar y no exponerse ante la gente y ante Dios (2 Corintios 4:3-4), (Romanos 10:13-17), prefiere esconderse y taparse con hojas de higuera como Adán y Eva al desobedecer.
Tomemos la decisión de obedecer a Dios antes de que sea tarde. Solo es necesario humildad y voluntad para decirle a Dios en oración “¿Qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6), palabras hermosas que Dios desea escuchar, y lo mejor es que nos ha dado su promesa de que Él nos dirá lo que hemos de hacer y nos dará la sabiduría en lo que hemos de hablar (Mateo 28:18).
Pongamos nuestros ojos en Jesús, y con gratitud; seamos agradecidos en que Él nos salvó de la muerte eterna. Seamos cartas abiertas del evangelio por todo el mundo, dando testimonio de Jesucristo, quien desea que nadie perezca, sino que sean salvos (Hebreos 12:1-2).

No hay comentarios:

Publicar un comentario