Las probabilidades son una especie de medición numérica que nos dice en qué medida es posible que un evento ocurra. Nos fijamos mucho en las probabilidades de respuestas o cosas que esperamos que sucedan normalmente, o en lo que dicen los demás acerca de lo que esperamos que ocurra, en lo que puede influir o hacer que sea posible o no, y por diversas razones, cuando estamos esperando algo que hemos pedido a Dios, en nuestra espera, acostumbramos a tener en cuenta las probabilidades de que nos responda o de que pueda hacer algo; es decir, a veces, sin ser nuestra intención, terminamos midiendo la capacidad de Dios para ayudarnos a salir de nuestra dificultad.
Estar en medio de circunstancias complicadas nos hace ver el grado de dificultad que tiene salir de ellas. Escuchamos opiniones de personas que no lo han podido hacer o que no han recibido lo que esperaban y nuestras probabilidades parecen disminuir, porque comparamos nuestra situación con la de las otras personas, sin considerar que nuestras probabilidades no son nada similares a las de ellos; porque el hecho de poder contar con la ayuda de Dios las aumenta a un 100% porque para Dios no hay nada imposible Lucas 1:37 (NVI).
Estar en medio de circunstancias complicadas nos hace ver el grado de dificultad que tiene salir de ellas. Escuchamos opiniones de personas que no lo han podido hacer o que no han recibido lo que esperaban y nuestras probabilidades parecen disminuir, porque comparamos nuestra situación con la de las otras personas, sin considerar que nuestras probabilidades no son nada similares a las de ellos; porque el hecho de poder contar con la ayuda de Dios las aumenta a un 100% porque para Dios no hay nada imposible Lucas 1:37 (NVI).
Solemos sacar conclusiones según como veamos la situación, es decir, si a nuestro parecer todo es complicado y de difícil solución, creemos que el resultado no podrá ser nada favorable; o sea, medimos la situación según se vea el panorama y nuestras “probabilidades”, y si resulta que son muy escasas, valoramos en demasía todo lo que pasa a nuestro alrededor y terminamos por pensar que no hay solución. Lo cual es una actitud negativa.
Ahora bien, hay que considerar que, es difícil mantener una actitud positiva cuando se pasa por un problema o dificultad, porque todo parece muy complicado, porque por momentos parece que no hay salida para ese problema. Todo lo vemos difícil y perdemos la esperanza de lograr hacer algo al respecto; nos encerramos tanto en nosotros mismos y en lo que podemos ver, que olvidamos que Dios actúa muy por encima de las probabilidades.
Porque para Dios no existen las probabilidades; para alguien que Le fue fácil crear todo un mundo en 6 "días" es fácil solucionar cualquier situación. Por imposible que parezca, por más obstáculos que se presenten, su capacidad es ilimitada, no puede medirse con nada, ni se puede comparar con lo que pasa alrededor o basarse en ello.
Las probabilidades que hoy tienes pueden ser escasas o incluso nulas, pero a pesar de ello puedes estar seguro de que para Dios nada es imposible. Aunque para muchos no haya solución cuando todo parece negativo y desalentador, cuando ya casi todo está dicho, está una última palabra, la de Dios, ¡y ésta siempre está por encima de las probabilidades!
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